Desde esta playa he mirado durante noches enteras el rostro luminoso.
Pero sus ojos, cuencas de oscuridad, me devolvían a los muertos que, con él, siendo jóvenes
partieron a la guerra.
¡Oh luna, inmenso espejo! En esta oscuridad, en esta madeja de lamentos eternos, de crudas
soledades
me declaro testigo de las derrotas de Ulises.
Tejo el perdón. Las cadenas de hilo han sujetado mi rabia y mi protesta.
He tejido siempre el derecho, pero al volver el lienzo
no encuentro más que los reveses de esta historia.
Y el mar,
el mar
con su fina filigrana atemorizando mi cuerpo,
negando la posibilidad del beso más cercano.
¡Ah Ulises! He llegado a aborrecer tu ira
que adormece mi deseo hasta vencerlo.
Por eso he decidido callar.
Cada vuelta a la aguja es una palabra muerta.
Hay quienes piensan que vivo en el olvido porque no escuchan los gritos de mi encierro.
Los muros ahogan los ecos del delirio.
He velado por más de veinte siglos. Y hoy,
en el turbio amanecer de esta historia manchada,
preparo las naves.
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Dama infiel al sueño. Cuarto Menguante, Guadalajara, Universidad de Guadalajara/Xalli, 1991.