Cuando yo estaba en la Secundaria recibí diferentes tipos de acoso: La verdad, me cuesta mucho trabajo escribirlo, porque pensé que lo había superado pero aún no sana por completo esa herida y no sé si aún tenga rastros de ello…
Me cuesta creer que hoy a mis 27 años se me acelera un poco el corazón al recordar esas situaciones. Me besaron varias veces a la fuerza, me “canastearon” muchas veces en clases; al quedarme en el salón del grupo 5 en Segundo Año mientras estaban los Honores un compañero me besó y me tocó de forma tan repugnante que les juro que me costaba trabajo dar besos de lengua cuando yo decidía besar a otro chico.
No me había dado cuenta de que todo eso era malo, pensaba que los hombres eran así… Llegué a odiar esa etapa educativa porque no fue para nada divertida… No sólo sufrí acoso sexual sino también varias veces fue física; me quitaron dinero arrinconándome y quitándome la mochila para sacarlo…
Recuerdo el miedo que sentía de un chico en específico porque me perseguía por toda la escuela, y a mis amigas les comentaba, pero ellas seguían creyendo que era juego, que yo exageraba…
Si regresaba a casa sola y él venía atrás les juro que corría para que no me viera. En una ocasión me persiguió estando afuera el director y no hizo nada.
Yo gritaba “dire, ayúdeme”, y él no se mostraba alarmado…
Yo moría de miedo por dentro. Un día me di cuenta que ese chico se hizo chófer de una ruta en específico y llegué a tomar el camión donde él se encontraba… Me bajé con miedo y pidiendo que no me reconociera. Fuera de la escuela no estaba nada tranquilo: Un vecino me gritaba cosas como “estás buenísima” y cosas por el estilo.
Chiflaba o se me quedaba viendo… Es padre de familia. Un día mi primo, su novio y yo decidimos ir al cine así que tomamos un taxi. Vi que era él. Quería bajarme del auto. Estando con ellos no hizo ningún comentario. Dejó de molestarme cuando su nieta nació. En la preparatoria no fue para nada sencillo…
Un día un chavo que me gustaba y yo decidimos comer algo, por HEB Universidad. Esperaba mi camión y no pasaba. El chico me pagó un taxi pero me abrió la puerta de enfrente. Todo el camino les juro que tenía miedo porque quería mi número de celular e iba muy despacio al manejar. Cuando finalmente llegamos a casa me pidió por última vez mi número y le di otro. Me bajé en una casa lejos de la mía y lloré de la alegría por estar en casa.
Nunca quise volver a subirme a un taxi en prepa.
Un chico me gustaba pero no teníamos nada en común…
Pero él quería tener algo sexual. Yo no.
En un descuido metió la mano en mi blusa y tocó mis senos en frente de otros compañeros. De verdad, me sentí completamente avergonzada. Durante mucho tiempo pensé si había sido mi culpa.
Un día fui a la casa de un amigo… Estaba con tres chicos. Y uno de ellos hizo lo mismo.
Salí inmediatamente de su casa.
Y odié a mi amigo por no defenderme.
Finalmente, un día fui al dentista con falda corta. Tres tipos me invitaban a comer una nieve con ellos, y uno me daba un aventón.
¿Se dan cuenta? Ni siquiera sabía mi nombre.
A partir de ese día dejé de usar faldas cortas o shorts. Durante mucho tiempo me culpé a mí misma por todo lo que me pasó.
¿Cómo llegué a sentir toda esta responsabilidad? ¿Por qué dejé que todo cayera en mí?
Este escrito empezó con lágrimas y al final con fortaleza.
Aquella mujer que lea esto le agradezco su tiempo y le brindo mi mano y mi amistad para que la vida sea, ahora sí, nuestra.
Las escucho, les creo y vamos a vivir nuestra vida.
Como nosotras queramos.