La primera vez que disfruté la experiencia de la Jazz at Lincoln Center Orchestra fue en el Festival Cervantino en el 2010, en mi bonito Guanajuato. Fue un concierto donde compartía escenario con el saxofonista Paquito de Rivera y el pianista Chano Domínguez. Un concierto que se produjo con la sencilla razón de celebrar el bicentenario de la Independencia nacional.
El concierto fue tal para México que se interpretó el Sinaloense en versión jazz, una grata sorpresa para todo mexicano y uno que otro critico que no puede concebir mezclada la música popular con la académica. Curiosamente el jazz surge de una simplificación popular hasta alcanzar un estudio académico que trasciende la cultura, pues en cada región tenemos una versión de éste género que nos impacta por la simplificación del tempo y la trasportación de los temas que te llevan de un lugar a otro.
Yo tuve la oportunidad de gozar dos conciertos en la misma semana. El primero en un repertorio en formato de grandes bandas, big band para los que hablan inglés, y el segundo el grandioso formato de All Rise, una pieza de jazz sinfónico para coro, solistas, big band y orquesta; que posiciona al músico y compositor Wylton Marsalis como uno de los grandes en estas épocas.
Ma pareció genial e innovador el acomodo de la orquesta con la JALCO, ya que hace una complementación integral, es decir sólo hay una gran orquesta, sin protagonismo. Este acomodo remataba con un gran coro que era imponente, como la presencia sonora, sensorial y grandiosa de un gran órgano. El Coro Maestro de la Ciudad de Los Angeles, LAPhil, 5 solistas y la JALCO fueron parte de este gran coctel de emociones.
Ilustración: Andrés Aranda
All Rise (2002) se conforma de 12 movimientos con una duración aproximada que supera los 90 minutos. Nos cuenta la historia del pueblo afroamericano, los grandes inventores del jazz, como con un lenguaje de protesta han logrado desafiar dicho ritmo al poder asociarlo con el amor y lo sexual. En el primer movimiento Jubal Step comienza con una evocación a cantos africanos que va creciendo constantemente y un tema que se pasa como pelota entre toda la orquesta haciendo un juego precioso.
La dirección de todo el grupo corrió por parte de James Gaffigan, un joven director con un extraordinario espíritu de colaboración; sus manos parecían alas que agitaban el vuelo cada vez que interpretaba las notas de tan extenso programa. Gaffigan tiene presencia en Europa donde colabora con la Ópera de Berlín. Tiene una labor en la educación y el apoyo de nuevos talentos. Para el coro, compuesto por más de 100 persona,s se tenía un director auxiliar, Grant Gershon, quien funge además como el director de Los Angeles Master Chorale.
Como mencionaba la obra comienza entre cantos africanos y tiene un desarrollo por etapas, que roza a la influencia de los ritmos latinos, muchos de ellos provenientes de la comunidad africana de lugares como Cuba, Puerto Rico, Colombia, México, solo por mencionar algunos. En ese sentido la apertura del jazz es meramente universal y eso me hace sentirme parte de un movimiento tan propio y tan de casa o tan ajeno.
Mi movimiento favorito: Go Slow (But Don’t Stop)
Resuena un inicio de cuerdas que va desenvolviendo un momento, un tema que no termina de concretarse, que tiene un jugueteo desenfrenado. Aparece de repente la orquesta de jazz, haciendo lo propio: aproximarnos a lo evidente o alejarnos a lo que no imaginamos. Un piano se escucha a lo lejos mientras los metales lo rematan. Las escobillas en la batería le dan base a todo el tema, parecen entenderse, pero el ritmo cambia… se acelera, esto no es ir despacio. El piano toca un tema, es una interpretación libre, estamos escuchando meramente jazz, ¿dónde quedó la sinfónica? Ya no está. Regresa sutilmente, poco a poco, ahí está, nunca se fue.
El Coro, presente en los mejores momentos
Compuesto por mas de 5 asociaciones corales del área de Los Ángeles, incluyendo algo que me parecía una sorpresa: el Coro de Hombres Gays de Los Ángeles, una asociación de investigación que tiene presencia desde los 70’s en el área. Tiene un gran ejercicio político en la lucha contra el VIH y la no discriminación, tan necesaria en los estereotipos que ahora genera la viruela del mono en la comunidad.
El coro siempre está presente, aunque no lo escuchemos en todos los movimientos, en el movimiento número 5 presenta un bulla entre un movimiento que comienza con una alta presencia de las percusiones de la orquesta que remata en la batería de la banda, es un movimiento muy dinámico. En el movimiento número 8 tienen un protagonismo propio con los solistas, es hermoso. Justamente esta misma fórmula se ve en el final de la obra, con la presentación plena de los solistas que comparten espacio con la orquesta.
El Final de Finales
Los coros nos cuentan una historia al puro estilo de una obra romántica académica. Al final existe un quiebre entre todos aquellos que hemos escuchado y continúa a otro inicio de la música jazzística, el estilo Nueva Orleans, que se parece que se apaga que resucita con mayor intensión. Pareciera que ya lo hemos escuchado todo, pero no, justamente terminamos en el jazz. Son muchos finales o inicios a la vez es una obra sencillamente sensacional.
Esta obra fue grabada junto con la LAPhil y JALCO en 2002. Tener el privilegio de escucharla en vivo es una gran experiencia, justamente porque narra la necesidad de un género que tiene bases muy sólidas y que actualmente tiene vigencia en casi toda la música pop que conocemos.
La Jazz at Lincoln Center Orchestra se presentará este octubre durante el 50 aniversario del Festival Internacional Cervantino en Guanajuato, con una doble presentación de la banda en al Ciudad de México desde el Auditorio Nacional. Cabe destacar que no es el mismo programa que presentaran, pero sin dudas estarán frente una experiencia inimaginable.
¡Paisano, vamos a la orquesta!
Fotos Cortesia: Ryan Postas/Jazz at Lincoln Center