Amiga, es tu novio? Por Diana Cortes

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La semana pasada se popularizó entre mujeres de toda la república grupos locales llamados “amiga, es tu novio?” donde las chicas subían alguna foto de su pareja para saber si le escribía o salía con más chicas. Al principio parecía un buen ejercicio de sororidad, y seguramente fue creado con las mejores intenciones, de hecho, también sirvió como un espacio donde las chicas pudieran exponer las diferentes violencias que viven con sus parejas. Tristemente no todos los grupos tuvieron el resultado deseado y en algunas ocasiones, el ejercicio se desvirtuó y terminó siendo un lugar incluso peligroso, pues, como todo lugar virtual fue muy propenso a las infiltraciones y filtraciones de datos e información, aunque las administradoras tomaron muchas precauciones, como hacer un grupo exclusivo para mujeres, pero esto no lo convierte automáticamente en un espacio seguro, ni aun cuando todas se autonombran feministas.

Entre las feministas es común este tipo de ejercicios para visualizar violencia, los ya famosos tendederos de violencia son una herramienta para levantar denuncias anónimas contra personas, situaciones e instituciones, son comúnmente llevados a cabo en universidades o centros educativos, y son, sin duda, un ejercicio de denuncia válido cuando las instituciones patriarcales fallan, cuando los procesos de búsqueda de justicia a veces traen todo menos justicia para la víctima.

A partir de su popularización y sobre todo en su adaptación en las redes sociales, al ejecutarlos desde el perfil de una persona que tome la iniciativa de manera visible se ha vuelto peligroso, tanto para la propia persona como para las denunciantes, es también muy demandante, pues el ejercicio debe estar acompañado sí o sí por algún tipo de contención psicológica y de ser posible asesoria juridica. Tomar la iniciativa de realizar este tipo de ejercicios debe ser de manera consciente y responsable, siempre centrado en los límites y deseos de la víctima o persona denunciante, pues de lo contrario corre el riesgo de convertirse en un espectáculo ajeno para las que deciden hablar, donde se alimenta el morbo de los espectadores y se olvidan los deseos y sentimientos de las víctimas.

 

El ejercicio falló en muchos lugares precisamente por eso, se convirtió en un espectáculo e incluso abonó al cuento patriarcal de las mujeres enemistadas.En muchas ocasiones levantó respuestas reaccionarias y agresivas por parte de los señalados, que amenzaban con filtrar fotos íntimas de las mujeres que los denunciaran. Esto no me merece ningun analisis, es ridiculo y ademas un delito.

 

Por último, solo me resta recordar que como feministas nuestro enfoque está en priorizar a las mujeres y esto incluye respetar sus procesos, aun cuando para nosotras sean incomprensibles. Ya hemos criticado bastante el término de empoderamiento usado hasta el cansancio por las instancias gubernamentales, pues supone que una persona externa llevará a la salvación a las mujeres de las cuales no conoce su entorno ni su realidad. Algo parecido replicamos al querer rescatar casi por la fuerza a las mujeres en relaciones conflictivas. Debemos actuar siempre con la mayor sororidad y empatías posibles. 

 

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