Se dice que el amor trasciende épocas, que para él no hay fronteras ni barreras.
A través de los años, el amor se ha vivido de diferentes maneras, ya no matamos leones ni entregamos tributo para convencerlas; existió un tiempo en que el trovador recitaba versos que el galán pagaba para la doncella, donde las cartas eran apasionadas y llenaban los buzones de la correspondencia; ¿Cómo olvidar las miradas juguetonas e insinuantes, las notitas improvisadas en pedacitos de papel o el típico 'te manda saludar mi amigo'?
Sí, este último recurso utilizado por los más tímidos, momento lleno de adrenalina que las generaciones futuras ya no conocerán.
Todo ha cambiado, el amor en tiempos de redes sociales lo vuelve todo más fácil, basta con oprimir un teclado para iniciar el contacto, ya no es necesario luchar contra los nervios mientras te acercas, ya los amigos no hacen burla si te da pena hablarle, no es necesario ponerle atención para descubrir lo que le gusta y sorprenderle, ya no hace falta vernos a los ojos para encontrar las emociones de la otra persona, ya no es necesario hacer una cita 'para conocernos', mucho menos hace falta tomar 30 segundos de valor, ¿Qué es eso de los 30 segundos? Si no lo saben significa que tengo razón. En cierta forma, esto de las redes sociales tiene su lado bueno, pues nos va acercando a las personas que tenemos distantes, en otro estado, ciudad o país, pero al mismo tiempo nos va alejando de aquellos que tenemos a un lado.
¿Cuántos no hemos visto a esas parejitas que no tienen contacto? Están juntos pero separados, cada uno inmerso en su móvil, platicando con todos menos con quien los está acompañando.
¿Cuántos casos existen de personas que se enojan si la otra persona se demora en responder un mensaje 10 minutos, media hora, un día? Si supieran que hace 20 años todavía existían quienes esperaban días por una carta, la cual respondían con premura y se quedaban nuevamente aguardando la correspondiente durante toda la semana.
Desesperación, enojo, frustración y depresión, son los principales resultados de la rapidez con la que funcionan las redes, al no obtener resultados deseados, los jóvenes ya no saben esperar, no se saben esforzar porque a todo han tenido acceso fácil e inmediato, muchas veces no saben valorar lo que la vida les da porque se crean expectativas muy elevadas basándose en la vanidad de alguien más.
Si se atravieza una etapa de duelo basta con publicar el estado para que lluevan comentarios como "ánimo, hay mas estrellas en el cielo" "todo estará bien" "aquí están tus amigos", pero la realidad es que cualquiera puede escribir lo que sea sin sentirlo realmente, en otros tiempos sabíamos con quienes podíamos contar para desahogarnos libremente, ahora parece que cada acontecimiento debe tener un cierto número de reacciones, cierto número de vistas y comentarios, nos volvimos esclavos de la 'popularidad' porque mientras más 'amigos' tengas, mejor te va, menos solo te sentirás, aunque cuando no hay señal ni wi-fi no sepamos de qué platicar con mamá y papá, con los hermanos o los vecinos, porque no tenemos videos ni imágenes para mostrar, porque al final del día, eso va causando un vacío emocional que tratamos de llenar con la falsa aprobación que en las redes se da.
En los tiempos de la red social es necesario aprender a regular su uso, porque el rumbo que ha tomado la sociedad es el de no saber actuar, no saber lidiar con la adversidad, no estamos creciendo, estamos decreciendo en la capacidad de razonar, de analizar y disfrutar.
Nos alejamos, no solo de los que nos rodean, sino también de nosotros mismos, porque dejamos de interactuar con la realidad por estar sentados frente a la pantalla del computador o celular.
Sin darnos cuenta nos vamos quedando solos, incluso perdemos al amor que encontramos a través de esa plataforma o chat, pero está bien, porque en cuanto lo publiques lloverán los comentarios de 'apoyo' por parte de la comunidad virtual, y, muy seguramente, otro amor encontrarás antes de haber siquiera superado el malestar.
