Y es que, cómo se dice lo indecible, cómo se encierra en un concepto la idea de un abrazo que se escribe taciturno en una tarde de verano, cómo se poetiza en una sola palabra eso que se siente cuando se es ausente, cuando se es vacío y te sobran los silencios.
Entonces ¿qué se puede hacer con algo tan limitado como el lenguaje? ¿Cómo se verbalizan todas las miradas que se aran en las fosas comunales del recuerdo?…
¿Amor? … ¿Querer?… ¿Desear?… ¿Extrañar?… Qué palabras son esas, qué pleonasmos son esos que se ciernen sobre lo evidente y lo invisible… ¡No!, cielame esta noche bajo “Las dos Fridas” de tu repisa. Ara mis ojos que se vuelcan en los tuyos… O mejor dicho MIÁRAME con dulzura, haz verbo aquello que se vuelve poema, y te juro que te miararé para siempre.
Fotografía de Luis Antonio Santiago Fabián