Con el corazón latente, y mil lágrimas a punto de salir tuve que fingir el autocontrol en mí, nunca fui muy buena para fingir, pero aquel día que te vi, asumir que ya no eras para mí.
Hicimos el amor con tan solo cruzar las miradas.
Aunque luego llegó el fin de nuestra historia quizá, del amor o simplemente el final de aquella hoja en blanco que hace un par de años atrás parecía no tener fin
¡Que ironía! ¿no? Hoy cierro mis ojos y puedo verte, pero que estúpida es la la costumbre de quererte quizá también amarte.
Hace tiempo te escribí y recalcaba lo feliz que era con amarte y verte sonreír y hoy me pregunté ¿realmente me enamoré? y fue donde comprendí, que nunca fuiste para mí y el verte sonreír no era para mí.