Temblábamos de frío con todo entrelazado. Nuestro coito era un francotirador eterno.
Aguarda corazón que te aferras a ser distante; vuelve esta noche que he conocido alguien de pensar brillante.
Las flores marchitas adornan la ventana de la casa a punto de caer. Ella, descalza y con el pelo alborotado, distingue a lo lejos aquellos claveles haciéndole la invitación.