Te escribo ahora, con letras oxidadas, quizá sin ritmo o sin un propósito claro. Te escribo ahora que la nave da sus últimos saltitos a través de la galaxia, cuando pareciera que ya no hay más combustible y que pronto nos quedaremos en este negro inmenso lleno de puntos brillantes, serán estrellas o alguna otra tripulación acercándose, no sé.
Te escribo aún sabiendo que por ahora esto no será leído, no sé si termine siendo una nota, un ejercicio de taller o simplemente unas líneas para darte el parte de este viaje atrabancado.
Lo hago también, porque pronto se acabará mi manual de vuelo, tengo 33 años y lo que seguramente sé de ser padre y pilotar esta nave lo aprendí del mío. Me hago viejo, supongo y me pongo sensible con tan solo recordar la primera vez que apareció tu nombre, tu esencia, tu primera foto diminuta, con apenas un círculo para señalar que ahí estabas, ese negro intrauterino que me recuerda un poco al paisaje que por aquí se ve. Esos latidos, siendo dos corazones que retumbaban como un eco enorme.
La gran explosión, el big bang le dicen algunos.
Te escuché con fuerza y creí que me desmayaba, probablemente lo hice, no lo sé. Desde entonces no dejo de escucharte y verte en todos lados, en esos niños que andan por la calle, los que abrazan, los que corren, saltan o lloran. Me hago viejo, repito y ni esos lugares felices de rejuvenecimiento pueden con lo inevitable del tiempo.
Llegaste potente y seguro, ya sabes, tembló todo, ese año se fue Bowie, Prince, George Michael, Carrie Fisher, Cohen y hasta Humberto Eco, esa cultura pop de la que somos parte y estoy seguro un día saldrá en una película y la reconoceremos. Bailaremos en la sala, estoy seguro.
Pero no nos desviemos, en el espacio todo suele ir por caminos insospechados, los menos planeados, así andamos, así anduvimos y fuimos tres de pronto, luego un par, y luego de nuevo todos y otra vez. Pareciera también que desde aquí todo se ve más pequeño, minúsculo y hay que gritar mucho o mover los brazos para saber que un ala está rota, que un motor no enciende o que la comida está servida. Aún así, siempre se escucha, siempre los mensajes llegan y es normal la interferencia del ruido espacial.
Hay voces, claro, que soplan que rechinan y que mecen todo. Ya habrá tiempo de catalogarlas, saber si son alienígenas o stormtroppers.
De entre todas las cosas que he sido, ser esto que soy ahora y que seré siempre será lo mejor que sea y que seré, De entre todo lo que he podido hacer serás tú el pináculo de las creaciones.
No obstante, te libero de este espacio, para que salgas al tuyo, para que lo conquistes con tus monstruos, para que lo toques por ti mismo y veas directo esos cuerpos celestes.
El asombro le dicen, el universo, se sabe.
Te escribo ahora, porque ahora es todo el tiempo, porque es lo que sé hacer, y porque seguramente leerás tan aprisa que no habrá necesidad de otra cosa.
Desde el espacio.