Play it again, Sam!
Una frase que a todo cinéfilo reconoce a la perfección dentro del séptimo arte, que, como un dato curioso, en ningún momento se dice en la película.
Sin duda Casablanca es uno de esos films que todos conocemos y que hemos visto, aunque sea una vez o hemos escuchado los nombres de sus protagonistas. Es una película que se encuentra dentro de mis favoritos, pero no en el “Top 5”, así es esto amigos. Aunque ya hayan pasado 78 años desde su estreno, un 26 de noviembre de 1942. Es una joya que existe para que sea apreciada y valorada por todas las generaciones.
Como siempre he dicho, cada vez que vuelves a tener contacto con ella, te deja un mensaje diferente y sensaciones acorde a tu estado de ánimo (que quedé claro que la vi apenas el año pasado). Si, dirán que cinéfilo que se respeta no ha visto el clásico por derecho, pero así es amigos, no me quemen en la hoguera del “hate”.
Tenemos ante nosotros “un caso excepcional” o así me gusta creerlo. Con una dirección de cámara increíble, con esas escenas dónde apreciamos con luces y sombras la manera en que el director quiere que sintamos cada fotograma. Por ejemplo, cada vez que aparece Bergman en cuadro podemos notar un brillo casi celestial, asemejando a un ángel. La ambigüedad del guion que, como dato curioso, es que fue pasando de manos en manos que hicieron posible la historia como la conocemos:
Los hermanos Epstein (Julius e Philip) aportaron la historia de amor y auto sacrificio que es el alma de la película con los toques del humor inteligente y cínico que caracteriza a los personajes secundarios, les sustituyó Howard Kock (autor de “La Guerra de los Mundos” famoso programa de radio que asustó a millones de estadounidenses). Él hizo hincapié en la necesidad de mostrar valores morales, y un cuarto guionista, que no quiso ser acreditado si no aparecía su nombre como único guionista Casey Robinson, que gracias a él tenemos las icónicas secuencias del flashback de París que revelan el romance de Rick e Ilsa y ese final que nos sigue partiendo el corazón.
Vayamos a la parte vital de la historia: el reparto y la creación de los personajes. Tenemos como principal a Rick con un impasible Humphrey Bogart, como el hombre perfecto (claro tomando en cuenta la época en que está contada la historia, tranquilos muchachos). Aquel caballero fuerte, con carácter, con buen porte, romántico e inteligente. Sabemos que a él no le importa nadie más que él mismo, pero es hasta que aparece en escena Ilsa una hermosa Ingrid Bergman y Victor Laszlo un regio Paul Henreid, líder de la resistencia contra los nazis, luz de esperanza o la chispa que encenderá la llama de la rebelión; hable en un tono muy Star Wars.
Es entonces cuando se nos muestra a un Rick humano, vulnerable y sabemos que ahí existe algo… con esa mirada cruzada al momento de estar de fondo “As time As Time Goes By” nos dejan ver que existe historia detrás de ellos.
“De todos los tugurios, de todas las ciudades, de todo el mundo, ella tenía que entrar en el mío…”
-Rick
Tenemos uno de los finales más recordados dentro del séptimo arte, que nadie sabía a ciencia cierta la manera en que terminaría esa historia de amor, lo que si podemos decir es que uno como espectador deseábamos fervientemente que Rick e Ilsa vivieran el felices por siempre, algo que no pasaría con ese sacrificio que hace Rick, dejando ir al amor de su vida, para que pueda apoyar en una causa aún más grande que ellos. Como bien se lo dice, ella es la inspiración de Víctor “Si ese avión despega y no estás con él lo lamentarás. Quizá no hoy, ni mañana, pero pronto. El resto de tu vida”. “Siempre tendremos Paris”. Esas frases duran 10 segundos, pero duelen toda la vida.
Tenemos una obra de romanticismo empedernido que nos deja con un final crudo y real, que tiene un toque que indaga en esa vieja idea romántica que las “grandes historias de amor no duran eternamente”, aquellas historias de amor que pudieron ser y no fueron.
Termina con la frase “Louis, creo que este es el comienzo de una bella amistad”, que nos deja una sonrisa a pesar de todo lo que vivimos.