Cena Navideña en el Teatro del Bicentenario Por Moisés Campos

El banquete que se sirvió en el Teatro del Bicentenario fue un gran deleite, no hablo de una degustación gastronómica, sino de sinestesia sensorial. Con motivo del 9no aniversario del Teatro del Bicentenario, Roberto Plasencia Saldaña, se anunció el último concierto de la segunda temporada de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG).

 

La convocatoria de cena se hizo bajo la Misa de Coronación en Do mayor K. 317 de Mozart que, a mi parecer, se quedó corto con la presentación de la violinista Francesca Dego con el Concierto para Violín en Re mayor, Op. 35 de Tchaikovsky. Obra que se presume como un gran clásico del romanticismo por su dificultad para ejecutar dicho concierto.

La entrada del banquete se daba bajo la Sinfonía No. 41 en Do mayor K. 551 Jupiter de Mozart; esta obra por su suavidad es una dulce melodía. En un ensayo personal vi este concierto como una grandiosa cena navideña y esta entrada como una crema dulce, cálida y caliente. Fue tal la ternura que expresaba que no dudé más de una vez entrar en el transe de ensueño a donde transporta la música dominante.  

El antipasti lo sirvió la violinista italiana Francesca Dego con la interpretación del Concierto para Violín en Re mayor, Op. 35 de Tchaikovsky. Dicho platillo lo pudimos degustar con un vino blanco, fresco con cuerpo, a temperatura ambiente. El concierto presentaba algunas notas de nítidas, cada vez crecía y la violinista alzaba el arco cada vez que la orquesta respondía a su llamado y crecía.

Se dice que en 1878 entre los meses de marzo y abril, bastaron 25 días para componer este concierto que, desde su estreno, en 1881, tres años después de su composición, se catalogó como uno de los conciertos con mayores complicaciones técnicas para el violinista. Esta obra fue el principal argumento de la película El Gran Concierto dirigida por Radu Mihăileanu.

Esta y muchas referencias fueron las que realzaron la calidad de este antipasti que dejó un gran sabor de boca, como introductorio a lo que se anunciaba como el plato fuerte. Llegó el intermedio y, con movimientos de acomodo de orquesta, la restructura de las cuerdas que desde hace varios conciertos Roberto Beltrán-Zavala viene ejerciendo, hace notar una nueva y mejorada organización de los sonidos.

Las cuerdas se acomodan poniendo los violines en los extremos, los violines primeros en su lugar habitual, le siguen los chelos, las violas, en un lugar algo apartados los contrabajos y en siguiente extremo los violines segundos.

Las mujeres de largo y en varios tonos que resaltaban en todo el teatro hicieron  su aparición con el coro del Teatro del Bicentenario dirigido por Jaime Castro Pineda. Misa de Coronación en Do mayor K. 317 de Mozart es un acto que se celebra en 6 movimientos, reconociendo el rito católico que hasta le fecha tiene valides.

 

La misa se compone de Kyrie (señor ten piedad), Gloria, Credo, Sanctus y Benedictus (que actualmente se entona en una sola melodía) y el Agnus Dei (Cordero de Dios). Los solistas que acompañaron la parafernalia fueron Ivon Pino, Soprano; Frida Portillo, Mezzosoprano; Placido Ávila, tenor; y Rodrigo Urrutia, bajo continuo. Conducidos por Roberto Bertrán.

La última parte del concierto fue fugaz, continua con muy pocas oportunidades para el público leones de aplaudir entre movimientos, la misa por si sola es un acto de sensaciones que te transportan a un interior divino, en paz.

El banquete se sirvió a tiempo y la degustación de sonidos que rebotaban en todo el teatro crearon una atmósfera perfecta. El concierto terminó pasadas las 21:00 horas con una afluencia menor a otros años, pues no hubo lleno completo. Aun con esos ausentes, la cena navideña pone muy en alto la calidad que la OSUG está consolidando con el gran trabajo de Roberto Bertrán.

Como en toda cena, hay temas tabús, y aquí se habla algo de política. La OSUG en este momento está atravesando una necesaria restructuración de salarios donde el rector general, Luis Felipe Guerrero Agripino, poco atiende o interesa. Después de un paro de laborares por parte de los  estudiantes de esta máxima casa de estudios, quedó en el aire la audiencia para negociar los salarios de los músicos. En este sentido preocupa que el único gran proyecto cultural de la Universidad no reciba una retribución.

Desde esta columna muestro mi admiración a la orquesta.

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