Cenizas por Jorge Travis

Era de noche cuando el hombre llegó a casa, llamó a la joven y no obtuvo respuesta. Dejó la botella en la mesita de centro. Estaba por llamarla por tercera vez cuando escuchó el agua que salía del grifo del baño. Apresurado abrió la puerta y vio a la joven dentro de la bañera, el agua estaba teñida de sangre. Tenía cortes en ambos brazos, cortes en vertical que iban de la muñeca al pliegue del brazo. Con rapidez la sacó del agua; no podía llamar a urgencias, no podía llamar a nadie, no en su condición, no sabiendo lo que eran.

                La llevó a su habitación y la recostó en la cama, era más de media noche, todavía tenía tiempo. Fue hasta la mesa de centro y tomó la botella para que la joven pudiera beber de ella, sólo así se mejoraría. Aún estaba consciente e hizo que bebiera un poco.

                -¿Por qué lo hiciste de nuevo?- le preguntó sollozando. Sabía su respuesta.

                -Estoy harta de ser esto, de que seamos los únicos en este maldito lugar. Estoy harta de no poder vivir como los demás-. La abrazó con fuerza y ambos se quedaron dormidos.

                La casa estaba a oscuras, gracias a que cada ventana estaba tapada con cartón o pedazos de madera, cuando el hombre despertó. Ella no se encontraba con él. Estaba por llamarla cuando oyó sus pasos, a pesar de ir descalza siempre podía oír sus pasos, sintió alivio al saber que estaba de pie. Se levantó para llegar hasta donde estaba ella cuando escuchó un ruido, un ruido que lo espantó hasta los huesos. Ella estaba retirando el cartón de la ventana principal de la casa, corrió solamente para ver cómo los primeros rayos del sol la reducían a cenizas. 

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