Comentario a ‘Los muchachos’, Poemario de Aleqs Garrigóz por Óscar Espinoza

 

Aleqs Garrigóz (Puerto Vallarta, México; 1986), escribe a veces poemas ásperos, a veces suaves; a veces oscuros y otras veces fraternos acerca de los jóvenes que lo iluminan, como en el caso de su más reciente poemario Los muchachos (Infinita, 2019).

En los distintos poemas, Aleqs ilustra con una sencillez especial la hermandad de los vínculos humanos adolescentes, que va mezclando con las visiones del deseo, el anhelo y la cultura gay. Aleqs, que comprende la generosidad del lenguaje, zurce cuidadosamente poemas que se enfrentan y separan para luego extrañarse y abrazarse, dando como resultado una obra que expresa los colores de la seducción: “Amarillo”, “Rojo”, “Azul oscuro”. Al evocar tan fácilmente una variedad de sentires y pesares en contextos juveniles, el poemario es ideal para aquel muchacho que una mañana despierta y se sabe distinto.

Leer a un veterano en el tema homosexual como Garrigóz es primordial para repensar las posibilidades de la poesía en el Mes del Orgullo Gay, pues a través de la belleza de las palabras se puede delinear la expresión del deseo, para luego pasar a las posibilidades de expresarlo desde la experiencia a través de la literatura como herramienta. Lo dijo Aristófanes: “Amor es, en consecuencia, el nombre para el deseo y la persecución de esa integridad”.

Leer Los muchachos es sentirse libre por dos razones. Primero, porque la poesía ayuda a cumplir los deseos que nos persiguen; y luego, porque gracias al libro ese muchacho, nuestro yo adolescente, ya no está preso en sí mismo, sino que camina a través de las líneas de un poema.

 

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