Uno de los grandes cuestionamientos es si “somos lo que comemos” o “comemos lo que somos”, la verdad es que hay verdad en cada una de las afirmaciones, pero según Jesús Contreras Hernández en su libro “Alimentación y cultura: perspectivas antropológicas”, comemos lo que somos, pues nuestras elecciones a la hora de comprar y consumir alimentos vienen de un proceso cognitivo que envuelve factores culturales, morales, políticos, geográficos y de carácter intelectual, ello nos lleva a elegir aquellos alimentos que estén de acuerdo con todo este cúmulo de conocimiento recabado a lo largo de nuestra vida, por consecuencia, esas decisiones tendrán una repercusión: aumento o pérdida de peso, elevación o disminución de niveles de colesterol, incluso aumento o disminución del nivel de felicidad, porque comemos no sólo para mitigar el hambre, también para sentirnos bien.
En pasados días, en el estado de Oaxaca, el congreso local decidió prohibir la venta de comida chatarra a menores de edad, lo cual desde un sentido muy visceral se vuelve en una decisión con gran impacto, no sólo porque México es el país con mayor índice de obesidad infantil del mundo, además de que los padecimientos relacionados a la obesidad y el sobrepeso, como lo es diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares consumen el 14% del presupuesto anual asignado a salud, en términos reales, 0.4% del PIB o 40 mil millones de dólares. Para este análisis, quise hacer la separación de la siguiente manera:
LO BUENO
México es uno de los países que más ha avanzado en políticas de combate a la obesidad y sobrepeso, a través de diversos programas como “Chécate, mídete, muévete” y ha sido reconocido por el gran esfuerzo de haber implementado el impuesto a bebidas con alta densidad calórica en 2013 que fue ajustado en 2019, impuesto que ya había sido aplicado en otros países como Irlanda, Noruega y Hungría y realmente disminuyó el consumo (9.7% en 2015), sobre todo de bebidas azucaradas y refrescos. También, en ese mismo año se implementó un nuevo método de etiquetado de alimentos que en 2019 se hizo aún más rígido, tomado del ejemplo usado en Chile, y que ahora se implementará en Brasil. Sin duda, esta nueva legislación del estado de Oaxaca puede venir a desincentivar aún más el consumo de comida chatarra, no sólo bebidas azucaradas carbonatadas y no carbonatadas, sino también pastelillos, frituras, dulces y chocolates, y dependiendo los resultados, puede implementarse el resto del país.
LO MALO
Sin duda, lo malo, como bien lo ha mencionado ya la OMS a través de la Organización Panamericana de la Salud en los documentos “Políticas fiscales para la alimentación y la prevención de enfermedades no transmisibles” y el “Plan de acción para la prevención de la obesidad en la infancia y la adolescencia” en 2014, ha instado a los países de las Américas a no solamente implementar impuestos, restricciones y el nuevo etiquetado, sino también mejorar los ambientes escolares, dentro y fuera de la escuela, mediante la educación de los niños y adolescentes principalmente, mejorar los sistemas de salud, fomentar la alimentación y vida saludable e incrementar la actividad física en las escuelas. Inclusive propone el subsidio de frutas y vegetales para promover aún más su consumo. Infelizmente, esto último no fue incluido en la ley aprobada en Oaxaca, aunque el Secretario de Educación ya anunció que se adicionará una nueva materia en preescolar, primaria y secundaria llamada “Vida saludable”, esperemos que atienda las recomendaciones de los órganos internacionales de salud.
LO FEO
Finalmente, algo que puede llegar a suceder es el contrabando de alimentos chatarra, puede ser apenas una idea de una mente perversa, pero la posibilidad existe. En 2015, en el condado de Berkeley, en California, Estados Unidos, se implementó un impuesto de 0.01 dólar por onza de bebida azucarada, lo que provocó fue que los habitantes preferían manejar hasta otro condado para adquirir estos productos en masa, por otro lado, quienes no tenían auto, población de bajos ingresos y población latina redujo en 21% su consumo. Fenómenos como este pueden llegar a suceder, e incluso tendrían un efecto positivo, si desincentiva el consumo, pero aún así abre la posibilidad de otras estrategias para conseguir dichos productos, bien es sabido que hay consumo de alcohol y cigarros por menores de edad, difícilmente pasará algo diferente con la comida chatarra, esperemos que no.
En fin, es una medida que asociada a otras políticas puede funcionar muy bien, considero que la intención es realmente hacer frente a la crisis de salud que se vive en el país y que se ha venido demostrando, la obesidad y sobrepeso son factores agravantes para quien se contagia de coronavirus. Los resultados los iremos conociendo a medida que avance y siempre es bueno decir que nada es perfecto, pero sí perfectible; el primer ensayo está iniciado y que sea por el mejoramiento de la salud de los oaxaqueños. Por otro lado, como lo mencioné al principio, ese dulce o esas papas fritas de manera esporádica y en porciones pequeñas, también puede traer la felicidad.
Elí Emanuel Esparza Flores
Estudiante de Doctorado en Ciencia y Tecnología de Alimentos (UFRGS – Brasil)
Mexicano, hidrocálido, entusiasta fitness y amante de la ciencia de los alimentos.