De Manzanas Envenenadas y porqué la Neutralidad es lo mejor para México. por A.G. Cabrera

La manzana envenenada ha sido una metáfora que ha implantado su significación en el imaginario colectivo de tal forma que, se reconoce como el absurdo de tener que elegir y optar por este regalo o dádiva, a pesar de que se tiene noción, proviene de quien puede amenazar el propio bienestar, o se sabe que, conlleva una amenaza de la propia integridad o existencia.

 

La metáfora ha trascendido en algunos países latinos incluso al campo jurídico, siendo precisamente Venezuela uno ellos;  bajo la denominada “doctrina del fruto del árbol envenenado” se sostiene que no se puede buscar un bien o acabar con un mal a costa del sacrificio del origen legítimo o justo del medio por el que se consigue. Es decir, no se puede buscar el derrocamiento de alguien que se acusa de violar los causas democráticas, precisamente a través de la violación de los causes democráticos, la fuerza bruta de bandos para aniquilar o ajusticiar al otro es lo que busca erradicar esta noción. Los conflictos políticos internos donde se apuesta a la erradicación del rival, dada la polarización que conllevan, normalmente se valen de estos métodos con tal de buscar su objetivo, es decir, ofrecen manzanas envenenadas a los que optan por uno y otro bando.

 

Este artículo no pretende darle la razón a alguno de los bandos en conflicto en Venezuela, ni asumir el reconocimiento o desconocimiento de uno y otro, sino apoyar la postura neutral y dialoguista de mi país. Optar por un respaldo a rajatabla entre las posturas de los bandos en conflicto, sería optar, a manera de comparación de nuestra nación, entre el peor momento del autoritarismo y partido hegemónico en México, o la justificación de facciones polarizadas que llevan a situaciones de guerra civil interna como lo fueron los cristeros.

 

La tan mencionada “Doctrina Estrada”, que el actual Gobierno de México ha utilizado como postura oficial internacional y como principio vigente en nuestra Constitución ante conflictos ajenos a nuestro país, tiene como punto toral que las relaciones diplomáticas de la nación mexicana se establecen con los pueblos (en el sentido amplio del concepto), favoreciendo siempre los canales de diálogo ante conflictos internacionales de naturaleza política, democrática o bélica.

 

En ese sentido, México siempre ha sido un país de ofrecimiento de asilo, visas humanitarias, refugio, mantenimiento de los canales institucionales propios de cada nación para la negociación (gobiernos) y reconocimiento de los distintos actores que forman parte de un conflicto de un país; procurándose la no exclusión de uno u otro grupo en controversia, siempre que alguno de éstos no pretenda la aniquilación del otro, como aconteció en su momento con regímenes fascistas y dictaduras militares.

 

La tendencia de México frente a la migración política y/o económica venezolana reciente, así como de otras naciones, ha sido congruente con tal principio; es tal que, el programa y protocolo de atención a migrantes del Instituto Nacional de Migración y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, recientemente actualizado por la actual Secretaría de Gobernación, en su proceso de indagatoria a los solicitantes para el otorgamiento de algún estatus migratorio especial (refugiado, en tránsito, asilado o residente), no descarta o criminaliza la petición por motivos o simpatías políticas; es decir, a diferencia de las naciones que sí han tomado una postura extrema entre uno u otro bando en el caso Venezolano, no se criminaliza ni se excluye en este proceso a alguien que pudiera ser chavista u opositor, se privilegia la historia, necesidad y circunstancia particular del solicitante, bajo precisamente, el principio de neutralidad diplomática.

 

Pedir o desear que México cambie tal postura neutral, optando por un bando político de un conflicto interno y ajeno, sería automáticamente contrario a la finalidad humanitaria y neutral de esta doctrina diplomática.

 

Fieles a su tradición histórica y pacifista en América, México y Uruguay han sido congruentes con su actuar en la región, consistente en ser los dos únicos países latinoamericanos que,  a partir de su consolidación como naciones, nunca han participado en acciones beligerantes en contra de otro país latinoamericano. Ante el conflicto en Venezuela, han llamado desde la neutralidad y los causes del diálogo, sin desconocer o criminalizar a ninguno de los extremos en disputa de dicha crisis, procurando facilitar alternativas tendientes al diálogo en sus respectivos territorios neutrales, sin la amenaza de la detención o el actuar bajo la consigna de la persecución o desconocimiento a uno u otro.

  

Se equivocan quienes desde la polarización llaman a tomar un bando,  criminalizando y descartando ipso facto a otro de los dos polos en conflicto y sus simpatizantes, se equivocan quienes piensan que no optar por una de las dos manzanas envenenadas es preferir a la que no han comido.

 

Frente al intento injerencista de una coalición liderada por EEUU que pretende imponer un nuevo régimen, al intento persecutorio de la oposición venezolana de otro polo liderado por Rusia, China y la ALBA; refrendo y apoyo la tradición internacionalista y pacifista de México, y otros países como Sudáfrica, Uruguay, los países Nórdicos y la propia Secretaría General de la ONU, entre otras naciones e instituciones, llamando a la búsqueda de puntos de diálogo y transición democrática en los bandos en conflicto, en espacios donde no exista la guadaña bélica sobre uno y otro, ni la exclusión a priori.

 

De este teclado, boca o letras no saldrán los llamados a las balas, aniquilamiento o desconocimiento de uno de los polos, tampoco al de la represión de la disidencia, ni a la aceptación del injerencismo entre países; se privilegiarán siempre las opciones de paz, mismas que, en las circunstancias internacionales actuales y experiencias como las del propio medio oriente, siempre se conseguirán en la neutralidad y diálogo garantista favorecido por el concierto de naciones hermanas con el pueblo en conflicto, no con su involucramiento buscando el derrocamiento de uno u otro grupo, ¿quién prestará su territorio para apoyar la pelea de su facción preferida?

 

Reitero, como lo he dicho en muchas de mis opiniones políticas recientes, es tiempo de moderados; en ese sentido, respaldo la postura asumida por el ejecutivo de mi país, la neutralidad y pacifismo.  

Historia Anterior

UNA ÚLTIMA VEZ de Ville Valo Versión de Aleqs Garrigóz

Siguiente Historia

Epístola I por Daniela Ávila