De paso por Cruz Amador

Uno termina invariablemente

compartiendo algo con el enemigo,

Belascoarán

 

 

“No volverás a violar a Guatemala”. Eso era lo único que teníamos, eso, las pruebas de sudor en la cama, sillones y paredes y el cuerpo mutilado del tipo en el jacuzzi; una noche difícil, si duda, “No volverás a vio…”, escrito con rímel en la pared, incluso se podría decir que era algo romántico, un mensaje a la ciudad, qué digo a la ciudad, al país: Un hombre va en su camioneta y ve a dos centroamericanos pidiendo dinero en una esquina, él, negro, robusto, grande, ¿cómo tendría la verga?, ¿enorme?, ¿gruesa?, ¿nalgón?, ella, mulata, cabello chino, tetas descomunales, de esas de pezón pequeño, con curvas más que pronunciadas, el coño totalmente depilado, un olor magnífico, ojos color café, hermosa; luego el rojo y luego la pregunta: ¿se quieren ganar más dinero?, súbanse, hoy nos cogemos los tres; una fantasía vieja, tal vez, pensó que saldría más barato que pagar a dos profesionales; al final aceptan, compran comida y alcohol (cerveza y tequila) y se van al motel, el muerto ya llevaba la cocaína y la pierda y los cigarros, ¿qué podría salir mal?

 

            ¿está disponible la habitación del jacuzzi?, aún tenía oportunidad de huir, seguro y excitado le valió madre, ya había aspirado algo y no chistó en entrar a la habitación con dos desconocidos que lo tendrían a merced y de culo, desnudo desde que se bajó del coche, mostrando lo que tenía para dar, ¿no se van a quitar la ropa?, seguro preguntó, ellos comenzaron a comer, él se duchó y luego comenzó a beber, no sin antes preparar unas líneas, se puso a servirles, pasar tragos, llevarles comida que se había pasado por los huevos y las axilas, ellos se la comían, no sabían cuándo volverían a comer tanto, así, con sabor a humano, él riéndose: ten, queso de mis huevos, luego vino la piedra, ceniza y más ceniza, una, dos, contamos 11 envoltorios con resto de piedra y 7 con restos de coca.

 

           

 

mira, ni los calzones dejaron;

él no traía, seguro, estuvieron desnudos los tres, bañándose, tocándose, la ducha, el jacuzzi, sillones, un dedo aquí, chupa verga, pezón, huevos, coño, inhalando, fumando, otra mamada, tres dedos por el culo, seguro los puso a coger y él verlos, más alcohol, bailaron, erecciones como pudieron; a huevo comenzó con ella, penetrarla debió sentirse bien, mientras el otro le acariciaba la espalda y le ponía la verga en la boca, se besaban, y seguro ahí fue donde le dijo, te la voy a meter a ti, cabrón, date vuelta, la olvidaron para que viera, ellos se enredaron, otra línea y a darle, ella fuera, hasta la madre, viéndolos venirse y ella a un lado, seguro le clavó el cuchillo en la espalda cuando aún tenía la verga a dentro del negro, después todo es sangre.

 

            La adrenalina y la excitación del rojo a borbotones, otra cuchillada, gemían, y otra, garganta en dos, más coca, a cortarle la verga, cuchillazos en el culo, destrozarle los huevos a mordidas, serruchar el cuello, puñetazos, desgarrar la piel del pecho con las uñas y ahí el orgasmo, probar la sangre, como cuando se bebe la sangre caliente del toro, desollar, arrancar pelo de lo que ya parece más una alfombra que un cuerpo, luego el mensaje: “No volverás a violar a Guatemala”, tal vez quiso escribir: “Ahora tú eres Guatemala”.        

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