Demagogia mexicana Mariana Perea Campos

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Casi en totalidad se cancelaron las giras artísticas de múltiples espectáculos, sin embargo, AMLO sabe que camarón que se duerme se lo llevan en las elecciones, de ahí que continuamente este metiéndole kilómetros a las camionetas de Palacio Nacional a pesar de estar en medio de una crisis de salud…porque él sí tiene prioridades.

En una de estas salidas, los vientos lo aventaron a Coahuila, dónde volvió a defender los pozos sin fondo de las arcas estatales: PEMEX y la CFE. Al parecer el señor no ha quitado las hojitas de su calendario de la carnicería, pues en pleno 2020 apuesta por la compra de carbón frente a la inversión en energías limpias. Sí, carbón, cual fuera esto pleno 1820; entiendo que ande en campaña desde los 80’s, deba promesas acumuladas desde entonces y que su maestro fue Salinas de Gortari, empero, es necedad senil insistir en dicho plan. Cuando clamamos energías limpias y responsabilidad ecológica, nuestro presidente insiste en quemar carbón…pronto esta tragicomedia será muda a blanco y negro.

Al parecer la no Primera Dama tiene de negociadora lo que tiene de historiadora: poquísimo, pues El Vaticano asegura no podría prestar las piezas que le fueron solicitadas debido a que las leyes mexicanas favorecen la no devolución de éstas y hay poca voluntad de regalarlas. Entiendo la posición desde que lo dicen, pocas ganas me darían de darle uno de mis libros antiguos (que además me haya sido obsequiado) a alguien que no podría conservarlo apropiadamente que además aqueja de un problema de saqueo en su archivo y cuyos documentos llegan por medio del mercado negro a casas de subastas en Estados Unidos, en todo caso estaría dispuesta a darle una digitalización…si tan sólo Betty hubiera sabido que podía pedir.

Hay lugar para todos en este mundo: gente que tragan detergente en transmisiones en vivo de Instagram, quiénes mueren tratando de obtener una selfie desde un ángulo único, personas atropelladas por atrapar un Pokemón o gente que organiza y asiste a una marcha en apoyo a López Obrador.

Este sábado la que quiso ser “marcha del millón” se quedó en “marcha desde el sillón” pues se armó más revuelto en redes sociales sobre la cuestión que la cantidad de personas que se juntaron para “apoyar” al presidente. Portaron lonas, banderas con la imagen de AMLO, carteles y cartulinas haciéndole sentir el calor del “pueblo” ¿qué en un régimen democrático se hagan manifestaciones expresas de apoyo al gobierno es algo positivo? Se hacen encuestas de aceptación, en los mitines o actos públicos asisten personas para demostrar su apoyo al presidente en turno e incluso habrá quiénes escriban columnas o dibujen favorecedoramente a las acciones de tal o cual gobernante; no obstante, me pone los pelos de punta pensar que se convoque a marchas para sufragar al gobierno.

Históricamente las marchas han sido formas de protestar contra las decisiones y acciones del poder, su peso no pasa desapercibido tanto que a nivel local recordamos a los mártires de León (2 de enero de 1946), pensamos en la matanza de Tlatelolco y el halconazo del 71 que fueron suprimidas con extrema violencia, y pensar que ahora hay quienes pretenden usarlas para sobarse el ego ofendido…es de cultura popular que entre más pretensioso el hombre más pequeño lo tiene.

Este sexenio lo he escuchado más veces que en los últimos dos: al poder no se le aplaude. Y es cierto. A cualquier persona de pie no suelen declamarnos loas por hacer bien nuestro trabajo ¿por qué tendríamos que hacerlo con quiénes elegimos para el servicio público? Sí, reconocer cuando cumplen bien con sus labores, pero nunca, repito, nunca, alabar, porque se corre el riesgo de pasar de democracia a demagogia y si llueve sobre mojado, el líder terminara creyéndose en teocracia. Puede ser que el presidente además se sienta líder moral o incluso que justifique sus accionar desde una fuerza moral, inclusive podría suceder que se haga ungir bajo alguna religión en un espacio público de gran importancia civil al tomar posesión del cargo…o que se crea el apodo de tlatoani en lugar de saberse presidente.

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