¿Demo qué? por Pollo Muñoz

 

 

“La Democracia consiste en permitir puntos de vista”

Chantal Mouffe

 

Todos los comentarios realizados en esta columna son a título personal.

 

Para querer vivir en una verdadera Democracia hay que aspirar a grandes cosas. Se tiene que confiar en la gente y confiar en que actuarán de buena fe, que verán por el bien común y se conducirán sin egoísmo…pareciera entonces que, para encontrar prácticas democráticas en la sociedad, así como en los partidos, hay que ser ingenuo o soñador. Por si lo anterior fuera poco, militar en el PRI en época de redes sociales no es sencillo, se requiere estómago y mucha paciencia, tanto para recibir las críticas y ataques del exterior por cosas que no has hecho, como para tolerar las prácticas deleznables y arcaicas de algunos de sus militantes.

 

Mucha gente me ha dicho que me salga del PRI y solo se me ocurre responder que, si no puedo lograr un cambio en un partido, menos podría tener éxito al aportar en el intento de muchos por transformar un sistema político completamente corrompido. Esto no quiere decir que no haya personas valiosas, las hay, pero se ven rebasadas por caudillos, mesías y líderes de sectas que ven en los partidos políticos una forma de perpetuar por generaciones su coto de poder, influencia y negocios. 

 

A raíz de los trabajos que se vienen realizando rumbo a la XXII Asamblea Nacional del Partido, tuve el interés de participar, y así lo hice en la Asamblea Municipal, en donde no sólo expresé mis puntos vista acerca de lo que se debe cambiar, sino que resulté electo como delegado; con base en ello, pretendí continuar con mi participación en la Asamblea Estatal. Junto con otros compañeros intenté acatar los términos de la convocatoria, la cual estaba publicada en el sitio web del Comité Estatal.

 

La fecha límite venció y en los Estrados digitales no se publicaron las propuestas aprobadas en las asambleas municipales, mismas que posibilitarían el registro de intervenciones. Por si lo anterior fuera poco, el correo electrónico en donde se recibirían las solicitudes ni siquiera había sido creado, por lo quetuve la osadía de expresar en mi perfil de Facebook que no había condiciones para el registro, y de forma burda e intempestiva, la presidenta del Partido tuvo el arrojo de marcarle por teléfono a mi jefe, con la intención de que me reprimiera y con ello bajara la publicación en la que señalaba su omisión.

 

Esta no era la primera vez que la señora Esparza cometía la bajeza de atacarme tratando de afectar mi situación laboral, la cual naturalmente se vio perjudicada por la tergiversación de los hechos por parte suya. Un día antes, la dirigente del Comité Estatal le había llamado por teléfono a mi jefe para solicitarle arremetiera contra mí, en pocas palabras,que “me controlara”, pues tenía información confiable de que yo orquestaba un acto para impedir la realización de la Asamblea, y así, sin pruebas, refería que yo asistiría a “reventar” dicho acto.

Nada más lejano de la realidad, no sólo porque no es mi estilo, sino porque antes de ser “institucional” soy demócrata; creo firmemente en la palabra, los argumentos, el diálogo y su poder de transformar. Que me acusen de agitador no es nuevo, de hecho, desde que me involucro en la política estudiantil he tenido esa marca, y precisamente al recordar los tiempos en que me organizaba con mis compañeros de clase para manifestarnos, viene a mi mente que hasta en los salones de clases se vota para escoger al jefe de grupo. 

 

Esto lo hubiera dicho en la Asamblea, haciendo uso de la palabra y viendo de frente a quienes me acusaron de “reventador”; sin embargo, pese a ser electo en la Asamblea Municipal, fui borrado de la lista de asambleístas, y las participaciones, en algunas mesas, se limitaron a quienes habían hecho un registro, el cual, fue violentado pues no se acató lo establecido en la convocatoria. Después de todo ¿qué ánimo podría tener para participar si ni siquiera fui considerado como miembro de la Asamblea? Me queda claro que en Aguascalientes los conductos institucionales se cierran y mi única alternativa es pensar o inventar un camino para que en el PRI me permitan participar en sus deliberaciones. 

 

Hacía afuera, la consigna es que los jóvenes debemos participar en las decisiones del Partido;hacia adentro, únicamente tienen cabida aquellos que son dóciles y aplauden cualquier decisión, aunque sea arbitraria. El colmo de las cosas es que ni en el Partido más repudiado me quieren. A Javier Duarte y a Roberto Borge los desconocen y expulsan del PRI por robar miles de millones, a mí por ser crítico y decir verdades incómodas. Vaya pecado.

 

La buena noticia es que la actual dirigencia ya se va, la mala, es que seguramente vendrá alguien emanado de la misma secta política, cuya labor se caracteriza por pedir unidad sin otorgar inclusión. Suerte con sus prácticas, con su ambición desmedida y su actitud soberbia. Les guste o no, los tiempos han cambiado y la política -como la vida- es una rueda de la fortuna. 

 

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