De niños pensamos que la luna nos sigue cuando salimos por las noches. Crecemos entre historias que giran en torno ésto, como la del conejo que vive ahí o aquella donde es de queso.
Todos soñamos con llegar a la luna para caminar sobre ella y tocarla, hasta que crecemos y dejamos de mirar hacia el cielo a causa de las luces, de la contaminación visual o nuestros problemas cotidianos perdiendo así, nuestra capacidad de asombro.
Cuando la fotografía llegó a mi vida, en varias ocasiones intenté fotografiar la luna tal como la veía en revistas y libros, sin embargo,con el lente de mi cámara (18-55mm) nunca obtuve tales resultados así que opté por componer mis fotos con algunos otros elemento como las edificaciones, mismas que al final le restaban protagonismo a la luna dejándome inconforme.
La inquietud de hacer fotos más íntimas, y diferente sobre el satélite, me llevó al siguiente resultado… hice una selección de fotografías que tomé durante un viaje al Iztaccihuatl, lugar que me hizo imaginar cómo sería el paisajismo en la luna.