El día que unas luces resplandecientes me raptaron por Alejandra Flores

Dormía profundamente cuando un temblor en la habitación me despertó, horas antes escuché que Monet daba vueltas por el pasillo, estaba inquieto pero no me pareció importante hasta que encendí la luz y me asomé por la ventana, la noche estaba asustada, unas luces rojas flotaban en el cielo, de pronto empezaron a descender como estrellas fugaces, no era una, el cielo se empezó a teñir de rojo como si Gandalf hubiera sacado todos sus juegos pirotécnicos. Me puse el suéter y de inmediato le marqué a mi padre –¿estás viendo lo mismo que yo?, ¡ven rápido, no quiero estar sola!. Revisé mi celular para ver si esas luces rojas solo se veían en mi casa o estaban en todo el país, no encontré nada. Mi padre llegó de inmediato, eran las tres de la madrugada, el huele de noche se confundía con el aroma del musgo y la temperatura descendía.

 

Cuando llegó mi padre las luces ya no eran rojas ahora eran enormes esferas azules resplandecientes bailando ocultas entre las nubes, papá de trató de tranquilizarme ––¡no te asustes, no va a pasar nada!, las luces se empezaron a multiplicar, estaban por todo el cielo fue ahí cuando él también se empezó a llenar de miedo. –Nos vienen a matar, ¿tienes las llaves?, aunque las tengas no creo que podamos salir, me dijo resignado. En seguida una luz azul se detuvo justo arriba de la casa, inspeccionó, no era muy grande. Monet ladraba desesperado, lo único que pude hacer fue jalarlo hacía mi fue entonces cuando apagamos las luces de la habitación, cerramos las cortinas y se hizo un silencio escalofriante, la esfera azul abrió sus puertas, tenía tanto miedo que no quise ver que es lo que había dentro, apreté los ojos, le tomé la mano a mi padre y una voz dijo: no te escondas, sabemos que estás ahí, te hemos visto y estás igual que cuando eras niña.

Esa noche Monet dejó de ladrar, el olor del musgo ya no estaba y también fue el último día que vi a mi padre.

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