Meses después de haber dejado la prepa creyendo que muchas cosas mejorarían, por tener más tiempo libre y menos estrés, no mejoraron.
Un mes después de haber sido diagnosticado pensé que si volvía a mi vida de antes y mantenía mi cabeza ocupada, podría volver todo a la normalidad.
Luego de un día en el hospital, debido a mi alto grado de azúcar en sangre, me dieron de alta y pude regresar a casa. Si bien sabía que muchas cosas ya eran distintas, aún ignoraba otras más importantes y que en ese momento no las veía de esa manera.
Sentía que muchas cosas me habían dejado de importar y que mis pensamientos habían cambiado drásticamente. Entré como en una especie de limbo donde no podía encontrarme conmigo mismo, eso desencadenó en rabia y pérdida de fe. Dejé de creer en muchas cosas, sentí que la vida me empezaba a dar la espalda. Claro que tenía una familia y amigos que me apoyaban, pero ya no era lo mismo. Sentía que no pertenecía a ningún sitio.
No entendía cómo había pasado todo de lo que recién me enteraba. No sabía en qué momento mi vida pasó a ser mentiras y espejismos, cosas que la diabetes esfumó y convirtió en sombras.
Tenía que meterme en la cabeza que la diabetes era algo de por vida, inyectarme iba a ser una rutina. Mi vida y mis creencias cambiaron en el momento en que todo se supo, en el momento en que esta enfermedad llegó a mi vida.
Con la idea en mi cabeza de que todo era posible si luchaba por ello, comencé un día normal, un día en el cual esperaba hacer lo que siempre hacía.
No obstante, nunca esperé que mi vida se viera algo limitada por una enfermedad como esta. Y digo “algo limitada” porque sé que muchos que la padecen dirán que las limitaciones solo son mías. De cierta forma también es cierto, pero deben entender que no a todos les afecta de la misma forma las cosas. Bueno, se preguntarán, ¿qué es la diabetes?
Diabetes:
Es la causa principal de ceguera, amputación, enfermedades del riñón, bla, bla, bla. Hemos oído bastante.
La verdad: Es la causa principal de coraje, de persistencia, de madurez, de conciencia, de la personalidad, del atrevimiento.
Han pasado 9 meses desde que vivo con diabetes y he aprendido bastantes cosas. Una de ellas es que todo es mejor si estás acompañado de la mano de dios. Porque gracias a él encontré un grupo de personas que entendían por lo que yo y mi familia estábamos pasando. Son personas que no me dejarán sola, ellos también son mi familia.
Aprendí que las personas con diabetes somos luchadores. Trabajamos todos los días para que nuestros niveles de azúcar sean normales, mientras intentamos tener una vida como todos los demás.
Está bien estar molesto, está bien estar abrumado. Está bien preguntarse por qué esto te sucedió. Pero mañana es un nuevo día y mientras tienes diabetes, la diabetes no te tiene.
Sé que no es el final de esta historia porque me queda mucho por aprender y vivir, pero sé que va a ser una gran aventura y estoy dispuesta a vivir con la mejor actitud.
Gracias por haber estado cuando el mundo se me caía encima.