Donde caben siete, tocan ocho por Antonio Valverde

Fotografía: Rodolfo García (cortesía FIC)

El tercer día de Venus de octubre coincidió con el primer fin de semana del cuadragésimo noveno Festival Internacional Cervantino. Los rescoldos del ánimo porteño de la velada anterior aún se percibían en la sede momentos antes del concierto, los cuales, junto con el aire de libertad del emblema y el cuadro musical instalado en el escenario, formaron una promesa que se cumplió: detonar la Alhóndiga. La chispa que encendió la euforia surgió de la habitual reacción química que generan los ángeles virtuosos cuando entran en contacto con los vientos, las percusiones y las cuerdas. En este caso, los espíritus celestes se alinearon bajo un nombre conocido: Septeto Santiaguero.

Aquella alineación de ocho estira de forma subversiva un formato tradicional de música cubana, el septeto, añadiendo un elemento más, la tumbadora, a los tradicionales tres cubano, bongó, maracas, contrabajo, trompeta, claves y guitarra. Esta agrupación fue fundada a mediados de los años noventa en Cuba. Desde sus orígenes y hasta hoy se mantiene bajo la dirección del maestro Fernando Dewar y, con esa fórmula de ocho, ha grabado once discos y ganado en dos ocasiones el Grammy Latino.

El estallido de ritmos cubanos comenzó con piezas de su más reciente disco, A mí qué, lanzado en el 2018, el cual está compuesto por un repertorio de tributos a los clásicos cubanos, como Los Compadres y Los Van Van. No obstante, la calidad de las canciones se mantuvo durante toda la presentación con éxitos propios que siguen recorriendo el mundo y se han consagrado entre los grandes del son.

Bastaron unos minutos para que la estampida melódica demoliera la brecha entre escuchar y vivir la música, con lo que se generó un contagio de danzamanía cual baile de San Vito. Sin un momento de tregua al silencio, la presentación se mantuvo durante casi dos horas, en las cuales se contagió la experiencia de crecer en Cuba y la tradición de este astro cultural con canciones como “Esa familia a mí no me conviene”, las cuales introdujeron un galope de fiesta al torrente sanguíneo de quienes se encontraban en el radio de la explosión auditiva.

Fue hasta el final de la presentación, una vez que cesaron los aplausos encendidos, que se conmocionaron los asistentes al descubrir cómo aterrizaban en su habitual ubicación, Guanajuato, pues la detonación llevó a toda la Alhóndiga hasta el corazón de Santiago de Cuba. Este tipo de maravillas ocurren a veces en los semovientes escenarios que resuenan por los espíritus de quienes se han presentado en ellos. Para este festival, se auguran más fenómenos extraordinarios traídos desde la isla, por lo que se recomienda seguir alerta.

 

Septeto Santiaguero
15 de octubre de 2021
Explanada de la Alhóndiga

Fotografía: Rodolfo García (cortesía FIC)

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