Todo había comenzado desde que era una adolescente de aproximadamente 15 años.
No recuerdo cómo se sentía en aquel momento, mucho menos como avanzaba fugazmente con esto. Pero recuerdo como comenzó esta vez. Eran las cuatro de la mañana de una noche de junio y bueno yo o lo que quedaba de mi cuerpo tras batallas psicológicas; estaba tenuemente iluminado por un faro de esquina, de los solitarios entre callejones.
Recargada bajo un millón de bloques de ladrillo y postrada bajo una sabana que cumplía el papel de aposentos estaba yo, rascando heridas y reinventando nuevas formas de ungüento. A veces despertaba tras muchas horas de constante sueño, nada lúcidos y forzados para mi cuerpo. Dormía como ocio. Imaginemos un muñeco tras bambalinas negro y sin forma que, tras salir a escena se tiene que llenar de un millón de colores y fibras creando algún tipo de patrón como espirales de colores en su cuerpo. Eso era tener depresión, eso es tener depresión. Despertar oscura y apenas iluminada tenuemente bajo un farol impropio que al salir a la sociedad se apaga, se agota. Forzando de alguna manera colores internos que no existen en esos momentos. Mostrando un poco de lucidez hacia las demás personas cuando las ojeras ya dilatadas también se cansaron de acompañarte.
A veces me pregunto a mí misma como explicar esto ante las demás personas “positivas, entusiastas y felices” bueno una noche más no encuentro la manera. ¿De qué manera le dices a alguien que te perdiste y que por más que quieras no eres capaz de encontrar el camino? Supongo que muchas personas creen en la ley de la atracción, van por ahí diciéndote que pienses cosas buenas y estás vendrán a ti pero, ¿Cómo piensas en algo bueno cuando la luz interior que te habitaba te ha dejado solo?
No queridas almas ambulantes y transeúntes, una persona deprimida no se mejorará con sus comentarios torpes y fluidos de sus bocas acostumbradas a consolar infelices, no se cura diciendo únicamente “ya no estés triste”, “ya no seas dramático o pesimista”. Si fuera así de fácil las personas que hacen antidepresivos quedarían en el mismo lugar de las polillas tras ser desechadas; en el suelo inútiles e inertes.
Solo soy capaz de reconocer una cosa buena de la depresión y es que cuando estás completamente a oscuras ninguna ausencia de luz externa te atemoriza.
Posiblemente la pregunta más difícil de descifrar es ¿En qué momento todo se puso tan mal? Me gustaría saber cómo fue que llegué aquí y como salir de acá, pero no es nada fácil si quiera voltear al pasado sin que un bloque de sueños, ilusiones o esperanzas rotas caigan sobre ti. Supongo que lo único que quiero ser es ser un poco más dueña de mi y alumbrarme pero justo ahora no puedo.
Solo sonrió.
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Artista: Tim Lukeman