El circo en funciones Mariana Perea

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Ahora que el semáforo epidemiológico está menos colorado, las actividades recreativas se reanudan. Lo que nunca cesó, para congoja de los mexicanos, es el circo que monta el presidente de lunes a viernes en Palacio Nacional.

El acto principal de esta semana debió haber sido su Segundo (¿quinto? ¿sexto? ¿séptimo?) Informe de Gobierno. Sin embargo, la brevedad de la función y lo repetitivo del discurso determinaron el tono de un espectáculo que fue todo menos eso, espectacular; pasó sin pena ni gloria y de noche para muchos mexicanos que estamos ocupados en cosas más importantes, como, por ejemplo, sobrevivir a la novena temporada de esta serie llamada “2020”.

Arturo Herrera, nuestro flamante secretario de Hacienda y Crédito Público, nos dejó esperando el desenlace de su acto, cuando al presentar su pronóstico para 2021 aseveró que ese será el peor año (en materia económica) desde 1932…y ya. Nada de propuestas, ni soluciones, ni siquiera recomendaciones para aminorar el golpe. Se pensaría que un doctorado en Economía por la Universidad de Nueva York, otorgaría las herramientas para encontrar soluciones a tales problemas y no sólo para decirnos lo que a todas luces es muy obvio desde hace unos cuantos meses.

Quien quiso pisar fuerte fue el doctor López-Gatell que poco a poco fue templando hasta salir del escenario de tenue y tímida manera. Al inicio, clamó temerariamente que a finales de octubre la mayoría de las entidades federativas habrían de pasar a semáforo verde, pero conforme fue cuestionado por los periodistas respecto a la posible fecha de regreso a las aulas su discurso fue moderándose para centrar la atención a las proyecciones matemáticas que soportan tal pronóstico. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud se ha cansado de recordar a los países que la fórmula segura para la reapertura post cuarentena es pruebas, pruebas y más pruebas; receta que México desdeñó desde marzo para inclinarse por el tristemente notorio Programa Centinela con el cual pronosticaron el fin de la pandemia para junio… y lo ajustaron para julio… y se reajusto para agosto… y ahora esperan que se les cumpla en octubre.

En México sufrimos de una romantización de las periferias humanas: el discurso de la 4T lo cristaliza, los pobres, los indígenas, los desamparados. En lugar de enfrentarnos con la podredumbre de un sistema económico-social que los abandona, vuelve a estas personas parte del espectáculo político, utilizados para ganar puntos electorales, ¿qué sería de los partidos políticos sin pobres a quienes “ayudar”?¿Y si no hubiere corrupción que “combatir”? ¿Qué nos promocionarían en las campañas electorales? ¿Qué sería de los discursos políticos sin fotos de repartiendo despensas o entregando subsidios? Los compromisos de campaña son castillos de naipes que la brisa de la realidad derrumba.

El #CaféparaLlevar de Mariana Perea, toca las ironías de la 4T: muy preparados pero sin soluciones.

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