El Maquinista de la General Por: Clara Morelos, Flámina Films

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La apreciación del cine mudo, sus actores y películas que fueron parte de tal época, han quedado un tanto en el olvido con el paso del tiempo y con ello, la casi nula atención por parte de nuestra actual generación de las grandes estrellas de estos años. Charles Chaplin es uno de los actores y directores de quién más se frecuenta hablar cuando se toca el tema, pero buscando y analizando un poco más, entre todos estos actores y directores, está uno de gran nombradía; Buster Keaton.

Siendo uno de los iconos de ese tiempo, Buster Keaton, con ese semblante inexpresivo ante una alocada situación o una escena cómica que estaba asegurada para hacer reír a toda una audiencia, este director, actor y guionista nacido en Piqua, Kansas el cuatro de Octubre de 1895, fue un artista independiente de todo estudio de Hollywood. Fue hijo de Joe y Myra Keaton, dos actores de vodevil que decidieron integrar a su hijo en su trabajo apenas siendo un niño, llamándose así «Los tres Keaton», donde en la mayoría de las obras, el pequeño era arrojado del escenario como parte del acto, saliendo totalmente ileso a todo accidente, de allí su sobrenombre Buster.

Con el paso de los años, el actor fue ganando fama y sus películas resultaron ser todo un éxito, hasta llegada la nueva década junto con las novedosas películas que ya tenían sonido, lo que hizo que Buster cayera en la bebida y depresión por un tiempo; pero en este artículo hablaremos de su obra más destacada, icónica y también como parte del inicio del fin de los años dorados de este artista, y también del cine mudo.

A palabras de Ed. Jurgen Müller, (escritor conocido por sus libros y ensayos relacionados con el cine), a Hollywood le gusta hablar de la guerra; y es totalmente cierto, pues épocas tan importantes, como desde la conquista del viejo oeste hasta las dos guerras mundiales, son parte de obras cinematográficas que se han hecho tan significativas a través de los años. Y Buster Keaton utilizó un gran episodio de una guerra para llevarlo a la pantalla; «La gran persecución en locomotora», una operación llevada a cabo durante la Gran Secesión, al mando del General Ormsby Mitchel, que consistió en dañar la línea ferroviaria del Oeste, un plan que resultó sin éxito cuando James J. Andrews, el espía que estuvo a cargo del acto, fue capturado junto con los demás soldados y después mandado a la horca.

En la película, Buster toma el papel principal de nombre John Gray. Para atraer la atención de su chica, va a alistarse como soldado sudista, algo que resulta en vano pues consideran que sabe empeñarse mejor en su trabajo de pila, maquinista. La chica, llamada Anabelle, no lo acepta y termina toda relación con el protagonista al pensar que fue una cobardía no haberse alistado. Tiempo después, Anabelle viaja en la locomotora de Gray sin saber que esta misma es robada por el ejército nordista y es llevada como prisionera. Este hecho es parte de la trama central de la película y durante la obra se observa a un heroico Keaton persiguiendo en auto de mano y hasta en otra locomotora conduciendo en reversa su apreciada General, tal como lo hizo William Allen Fuller, (el conductor de la General en la realidad), pero también con la razón ficticia, la de recuperar a su ex pareja.

Esta entretenida comedia contiene escenas icónicas, como la parte donde el tren de los enemigos cae sobre un puente hacía el río, John tirando una pila de madera sobre otra del camino para seguir persiguiendo a los enemigos y saludando a todos los soldados mientras besa a su chica al final, muchas tomadas en una sola toma, por ejemplo cuando el protagonista, desconsolado al tener su ruptura con Anabelle, se sienta en una de las varillas de acoplamiento, misma que empieza a andar mientras que el personaje no se percata de ello. Cabe mencionar  que la actuación de Keaton es seria y en alerta en toda escena, pero haciendo reír y emocionando al espectador a cada minuto, haciendo de esta obra una joya.

Aunque esto, en un principio no fue así. Buster Keaton trabajó en esa película al lado de Clyde Bruckman (quién se suicidaría años después con un arma del propio Keaton), los dos como guionistas y directores. Antes de comenzar el rodaje, Buster planeaba rentar la verdadera locomotora pero esta se encontraba en exhibición y después, los dueños del tren se opusieron rotundamente al enterarse que la película sería de comedia. Las grabaciones se dieron en Oregón y comenzaron el ocho de Junio. El equipo contó con cámaras de 35 mm, con vagones llenos de cañones de la época en la que se retrataría en la película, entre otras cosas. El rodaje terminó en Septiembre, tras extensas horas de trabajo, escenas costosas (una de ellas costó $42 mil dólares), de incendios y algo peligrosas para quienes actuaban en ellas.

Cuando finalmente se estrenó la película, aún con la campana del motor del tren real en el vestíbulo, como parte de la promoción y demostrando mucho empeño por todo el equipo, no fue bien recibida y las pérdidas económicas fueron muchas, y lo que en un principio fue parte de una gran ilusión de Buster Keaton, quién declaró años después haber estado muy orgulloso de su obra al haber tomado un acontecimiento real, resultó ser una obra infravalorada que quedó en un mal concepto por mucho tiempo.

Pero esas percepciones fueron cambiando y actualmente está dentro de las cien mejores películas de todos los tiempos, siendo también seleccionada por el Registro Nacional de Cine de los Estados Unidos (en inglés: National Film Registry) para su conservación, por ser cultural, histórica y estéticamente significativa.

Aquí terminamos con este artículo, invitando a todo lector a tomarse un tiempo y ver este filme,  que es parte de la maravillosa época dentro de los inicios del séptimo arte; el cine mudo.

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