No sé cómo ni por qué pero él siempre lo sabe todo, para mi es como un gran genio. A pesar de que no siempre puedo verlo, sé que su apoyo es incondicional en los momentos más turbios, obviamente después de darme el sermón, regañada y encabronada de la vida. No le gustan mucho los besos ni abrazos, lo sé porque cuando intento decirle que lo quiero, él se aparta diciendo “no seas ridícula”. Y está bien, con el tiempo pude aprender que esa es su manera de ser, así lo educaron. Son contadas las veces que asistió a una junta de la escuela, aún con carácter de obligatorio, pues estaba ocupado con cosas más importantes.
A mis festivales nunca fue por las mismas razones y, ahora que lo pienso, ya sé por qué en la actualidad me gusta ir y hacer las cosas yo sola. Cuando recibía reconocimientos por mis calificaciones muy altas y yo le contaba que era la única niña que había sacado 10, él decía “a eso vas a la escuela es tu obligación”, y aunque en aquel entonces no lo descubría, esa era mi mayor motivación.
Cada vez que intentaba algo nuevo y él se enteraba, decía que era imposible para alguien como yo, así que en silencio le mostraba cómo sí podía y me subestimaba o bien, lo hacía a escondidas para que no arruinara mi ánimo.
No me conocía, de hecho, no sabía que tenía ciertas habilidades o destrezas hasta que por accidente tuvo que verlas; sin mencionar los tatuajes o perforaciones que no tuvo más remedio que aceptar.
Debo confesar que lo estoy describiendo como si todo fuera despectivo pero al final del día, debe existir alguien que trate de limitarte y decirte no por tu bien.
Él y ella dejaron de vivir juntos hasta mis 10 años de edad, o a los 11 o 9, la verdad ya no me acuerdo, por lo que verlo implica todo un reto hasta la fecha. Pero eso no es de relevancia ahora, lo que sí lo es implica todo aquello que con lo anterior y muchas cosas más que no podría terminar de contar, me han hecho ser lo que ahora soy, y no porque me lo haya dicho, sino porque lo circunstancial de la vida te va forjando y enseñando desde otra perspectiva lo que ignorabas completamente: Responsable, porque era mi obligación estudiar. Tolerante, porque no todos pensamos igual y aún así lo logramos cada uno a su manera. Inteligente, porque nadie te tiene que hacer mensa en nada. Amorosa con mis hijos, porque si bien lo que yo no tuve, no quiere decir que otros tampoco deban tenerlo; de ahí que repito la frase “El que ha sido lastimado, sabe que no debe lastimar”. Dura o fría, porque las personas blandas no funcionan. Respeto, porque si me peleaba y perdía, me iba peor en casa. Organizada, porque 'el uniforme no se lava, plancha y guarda solo' 'si tienes hambre has algo de comer' 'yo no te voy a levantar a las 6am, sí quieres reprobar por no llegar es tu problema.
Hoy en día no puedo pensar cómo sería mi vida con alguien diferente, sin sus regaños y reclamos, tal vez sería otra persona, pero no una fuerte y buena, como él.
En fin, a lo que he querido llegar con este realmente pequeño fragmento del pasado, es identificar que de ti depende si lo 'malo' o 'indeseable' que te pasó afectará tu futuro y relaciones humanas para 'bien'.
Darse cuenta que a veces la mejor motivación no es alguien externo a tu familia diciendo que lo puedes todo, sino alguien que te esté retando constantemente a ser una mejor persona…
¿Cómo es tu papá?