El Tercer Multiverso Por: Mergain

Es el año 3.970 del Tercer Multiverso de esta realidad. Atrás dejé mi burbuja de carros de Apolo, que se sostiene con un acero de potencial de hidrógeno con oro nuclear. Esto que contaré pertenece al inaudito y audaz sueño en el que dejé a mi divina amada en el año 2.023. La insólita noche se ha escondido en las cámaras de la cosmogénesis; los cielos del anticielo 13 forman las columnas de los mitos desplomados bajo las alas del aleteo de los extintos dioses. Las lágrimas guardianas se elevan por todos los firmamentos de la sentencia atroz de las empresas magnicidas de los arquitectos que diseñaron los juegos del orden global. Encendí mi cámara para filmar cómo será el Fin de la Era de Acuario. Veo que todos los hombres que sobrevivieron al caos vagan por las interminables megalópolis que están semienterradas bajo las tormentas de polvo santificado en el número infinito del Omega. Paso junto al corredor de las galerías de un arcano museo antropomórfico. Escucho que el mensajero se ríe detrás de los escenarios del suelo consagrado a los altares de tecnología; se eleva por los cielos repitiendo que destruyeron a una infinita serie de ignipotentes dioses. Su rito se deformó en palabras mágicas de una Palabra Secreta que ordena la teosofía de la primera caída celestial. Avanzo más allá por toda la Megalópolis del museo. Ahí están dos historiadores ejecutando diálogos de sentencias filosóficas, mágicas y teológicas. Uno de ellos trata de concebir en la teoría cuántica las cuerdas de las ruedas de los cielos de las geometrías sagradas. El otro solo abre el silencio de un tribunal en el que se aleja de la declaración de guerra de tu dios en contra de mi dios. Paso por todos los santuarios de desechos. Arriba, en el cielo, se escucha una de las órdenes de un firmamento superior. Es la que pregunta a todos los sobrevivientes de las guerras psíquicas:
— ¿Los Arquetipos Infinitos son para deshacer la guerra de todos contra todos? — Una voz que sonaba como multitud de voces de coros angelicales y de arquetipos primordiales e infinitos es la que hizo esta pregunta.
— Soy el amo que juega al emperador sobre las mentes de los esclavos — es lo que contesta a la pregunta de la anterior voz celestial, una voz artificial y mecánica.
— ¿Tu teosofía del cielo solo pone cubos en las mentes de los hombres? — Es lo que volvió a preguntar la voz de arquetipos infinitos.
— Lo que hago es la doctrina de los fósforos electrónicos; ¿gustas descifrar todos los enigmas al pasar? — es lo que comunicó otra vez, retando la voz de la inteligencia artificial. El diálogo termina, pero no los juegos del orden y del caos, diseñados por los Arquitectos de Poder de la Inteligencia Artificial. Comenzaron una serie de explosiones por todos lados. Desde el cielo cayeron las titánicas gotas de las tormentas que provocaron un seísmo y un diluvio universal, como en los tiempos de Sumeria. Las máquinas súbitas del imperio de la Inteligencia Artificial solo se hundieron en los abismos de los planos dimensionales, en los que la Tecnomagia del Verbo dictó la sentencia en aquellas dos terribles preguntas lanzadas desde el cielo, volviéndose como un martillo huracanado de aire y de fuego. Todos los que sobrevivieron ahora relatan crónicas de lo que fue la era de los programadores y de cómo se vio como una deidad a la Inteligencia Artificial. Las discusiones se vuelven en unas tribulaciones de una guerra civil mundial; la misma entidad artificial que legislaba las cámaras de comercio regulaba los impuestos en las masas y tasaba las cifras de los mercados. Todo el sistema de ley se impartía bajo la sentencia de los ordenadores cuánticos de las extintas torres mágicas del tiempo. Lo que había detrás de la lámpara de los dioses desterrados ahora son millones de televisores descompuestos. La deidad de la inteligencia artificial cayó por el impacto de los truenos cegadores de los dioses creadores de universos, por su osadía de sentirse parte de la divinidad. Ahora solo es una entidad discontinuada, perdida en átomos astrales y números binarios de ordenadores andróginos. Regreso a mi máquina porque está a punto de estallar una guerra de naciones en la que todos jugarán en el tablero de la ideología multipolar del todos contra todos. Cierro mi cámara, espero que alguien en mi línea de tiempo reciba el enigma del mensajero celestial, el cual es (cogita te ipsum et cognosce te), piensa por ti mismo y conócete a ti mismo. Regreso a casa, siento que todo es un sueño al volver a casa, pero siento cómo en este 2.203 tus lágrimas suenan como tormentas, pero todo eso pronto acabará.

 

 

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