Descubrimiento para algunos, sueño hecho realidad para otros, incluso para sus integrantes. Compartir una velada con La Santa Cecilia, agrupación originaria de Los Ángeles, California, cuyos miembros tienen ascendencia latinoamericana, es una verdadera delicia. Desde la fila para el acceso se sentía a flor de piel la emoción de varios admiradores que rogaban a quienes sí alcanzaron un lugar en el registro electrónico les vendieran un boleto; por fortuna de muchos, varios de los asistentes no conocedores se habían quedado sin acompañante y, con agrado, obsequiaron ese acceso.
— En serio, dígame cuánto le debo, en serio.
— Nada, no te preocupes, disfrútalo.
— ¡Gracias! En verdad, no sabe… ¡gracias!
Al arrancar el concierto, el fervor cobró total sentido, pues la voz de la vocalista es profunda, poderosa, pero tan tersa que acaricia y conmueve el corazón. “¡Ah, ya sé quién es!”, exclamó algún despistado recordando una colaboración suya en un concierto unplugged con un popular productor mexicano —“dices que no hay marcha atrás, que incompatible a mí siempre serás”, versa—; “¡ay, ellos cantan una canción del soundtrack de Coco (película de Disney-Pixar)”, comentó otro, y los ojos a ambos se les llenaron de asombro. Sí, era ella y la música de su alma, de “La Marisoul”, de “Pepe” (José Carlos), de “Alex” (Bendaña) y de “Oso” (Miguel Ramírez), porque, en conjunto, el acordeón y el requinto, el bajo y las percusiones son igualmente cautivantes.
La Santa Cecilia es una de las muestras más contundentes de un fenómeno social actual en donde las generaciones jóvenes hijas de migrantes mexicanos nacidas en Estados Unidos, reconectan con sus raíces y exaltan, a través del arte, su identidad bicultural. En el caso particular de esta banda, el bolero y la cumbia, entre otros géneros regionales, se fusionan con estilos estadounidenses tales como el jazz, creando una personalidad llena de vitalidad, sentimiento y alegría en una propuesta arrasadora.
Tal como lo explicó su vocalista, La Santa Cecilia nació en las calles cantando la música tradicional que a ellos, como a sus padres, les “llena el alma y empodera”. Luego de un recorrido por boleros clásicos, como “Debut y despedida”, “Amar y vivir”, “Nuestro juramento” y “El andariego”, el escenario se encendió con canciones originales de la agrupación: “A Thousand times”, “En fin” y “Monedita”. Uno de los momentos más emotivos fue la interpretación de “Ice el Hielo”, cuyos versos reflejan las condiciones de la vida laboral de los residentes ilegales en los Estados Unidos. A dicha pieza siguió “Nunca más”, donde el discurso activista en contra de la violencia cobró fuerza a medida que transcurrían los acordes.
Entre versos de son jarocho, el escenario se llenó con el orgullo hacia las raíces y el color de piel, la historia y la cultura que en ella se alberga. Fue evidente en el sonido la habilidad creativa de los músicos para renovar las composiciones, como “La Morena” —pieza en la que se fundamenta su nombre—, haciéndolas propias. Luego llegó la cumbia, en honor a Celso Piña, y el baile con una audiencia totalmente cautivada y feliz. Volvieron enseguida los boleros con “El mar y el cielo” y “Ódiame”, además de un tal Memo-fan entre las gradas extasiado por una dedicatoria directa, a petición de su hermana, en voz de “La Marisoul”.
Radiantes por haber conocido el pueblo y la tumba de su ídolo, José Alfredo Jiménez en el municipio vecino (Dolores Hidalgo), La Santa Cecilia rindió homenaje al compositor guanajuatense con “Cuatro copas”, “El último trago” y después canciones suyas inspiradas en él: “Me estoy volviendo loca” y “Como Dios manda”. Entre la gente, llovieron las luces matizando el sentimiento y no faltaron las promesas de amor justo en ese momento con los abrazos y los besos de los enamorados.
“Mi tesoro”, de Cornelio Reyna, se entonó en un popurrí con “We Belong Together”, de Ritchie Valens, enfatizando el corazón chicano de La Santa Cecilia. Entre tragos de mezcal y bromas, cumplieron la petición del público al cantar “Leña de pirul” y luego adelantaron la celebración del próximo Día de muertos con “Calaverita”, cerrando con “Quiero verte feliz” —canción creada para levantar el ánimo durante la pandemia y lanzada a dueto con Lila Downs, entre otras colaboraciones con artistas imprescindibles de la escena musical en ambos países— y “Ella me enamoró”.
Al salir del foro, la emoción de los fanáticos estaba fuera de sí, mientras los despistados asistentes, sin expectativas iniciales, buscaban raudos en Spotify y YouTube las letras que más les gustaron, comenzando a seguir las cuentas en redes sociales de la agrupación y comentando el encanto que, por un buen tiempo, los mantendrá anonadados. Aunque ya poseen bastantes seguidores y renombre a nivel internacional, hay aún por hacer una fuerte labor de difusión para La Santa Cecilia; basta tan sólo con escuchar las primeras notas de una canción para saber que, definitivamente, lo tienen merecido y traspasarán toda frontera.
La Santa Cecilia
19 de octubre de 2023
Explanada de la Alhóndiga
Fotografía: Carlos Alvar (cortesía FIC)