¿Quién eres? porque me atormentas en las noches, cuando más pendientes tengo, cuando más compromisos matutinos me esperan.
Cada madrugada que cierro los ojos, escucho las olas y el eco de tu voz impregnados en mi olfato y un poco de sal en los labios.
Tal vez en aquella noche estrellada sentados en la arena, tu compañía era tan dulce y reconfortante como tu alma, tan eternamente larga como el mar, y al mismo tiempo, tan parpadeante como la estrella fugaz.
¿Y si no me hubiera atrevido a hablarte en aquel bar? Creo que fue el ritmo de tus caderas en la pista, o la curva de tus sonrisas con los hoyuelos en la mejilla a simple vista.
¿Será que es el destino, o un capricho que tomé? Será que vuelves a verme otra vez al amanecer, no lo sé, pero siento que no te he dejado de pensar desde ese momento, en el que la vida te puso frente a mí y me envolvió convirtiéndote en mi tormento.
En el nombre del insomnio, por favor, déjame dormir, que me carneo de ser tan feliz.
Su.