Una clase maestra de teatro de calle fue la presentación de la obra Ubú: ¡lo que es bueno debe continuar!, trabajo colaborativo de tres grupos brasileños (Teatro Clowns de Shakespeare, Facetas y Azabestas) durante el 52 Festival Internacional Cervantino (FIC).
Casi una hora antes del mediodía, tanto el sábado como el domingo del segundo fin de semana del FIC, la Plaza Mexiamora se encontraba dispuesta con una serie de cubos de madera pintados con frutas, los cuales delimitaban el círculo de la escena, además de una variedad de instrumentos (xilófono, violín, tambor pandero, guitarra, melódica, acordeón y percusiones) que cobraron vida uno a uno conforme transcurría el espectáculo.
Según contó el director Fernando Yamamoto, esta puesta, basada en Ubu Rey, del francés Alfred Jarry (1888), es el resultado de una investigación de diez años (aunque la primera compañía tiene una trayectoria de treinta), cuyo objetivo ha sido romper la falsa barrera que existe entre Brasil y el resto de los países latinoamericanos, “dejar de girar la espalda a las demás naciones”, destacando las similitudes en las bellezas culturales y los dolores políticos.
El estreno de la obra fue en 2022, ante la repostulación del expresidente Jair Bolsonaro. Se optó por el teatro popular con la intención de motivar la reflexión entre la población del noreste de Brasil, pues no es costumbre que la gente vaya al teatro. Yamamoto indicó que, aunque sí se abordan temas anticoloniales y problemáticas como la misoginia y la homofobia, la formas de representación brasileñas siguen presas de los cánones clásicos sin que los mensajes trasciendan los recintos. “Buscamos un lenguaje que trate de nuestros cuerpos y teatralidades, la risa como potencia política”, comentó.
Al comienzo de la función, un hombre llega a la plaza por uno de los callejones adjuntos; saluda a la gente, cual político, y agradece su presencia. Luego se unen tres hombres y una mujer exclamando su júbilo en una especie de portuñol: “¡Estamos juntos!”. No se sabe si eso es una atención de los actores por participar de este festival o parte de la función.
Rey y reina de Embustoña se presentan: Padre Ubú y Madre Ubú. Un acote introductorio indica la ubicación debajo de la línea del Ecuador y cuestiona “¿quién dijo que lado está arriba y qué lado está abajo?”. La pareja gobernante se encuentra escapando de la muerte o de la prisión, acción que da pie a la narración retrospectiva sobre cómo llegaron al trono y la razón de su huída.
“¿Viste ya el palacio del rey Bonachera?”, comentan al centro de la plaza sobre una de las cajas, mientras su gesto y palabras crean las imágenes que sus ojos contemplan. Pronto, con la música de un acordeón y una corona de plátanos en la cabeza, llega el rey.
Padre Ubú consigue su aprecio y llega a ser consejero de la corona. Gracias a esa confianza, en un banquete amistoso y con la complicidad de otros dos consejeros-bandidos, el rey es envenenado, aunque la proclama oficial y los muchos rumores dicen que ha sido ultrajado en un asalto: “Si la hermana de la prima de tu vecina lo ha dicho, es verdad”.
Impulsado por su esposa, quien es la mente maestra de todos los planes, Padre Ubú consigue la aprobación del pueblo con un discurso de postulación al trono lleno de frases icónicas en la política y el activismo mundial: “Yo tengo un sueño”, “es un pequeño paso para un hombre y gran salto para humanidad”, “yes, we can”, “viva la independencia, muera el mal gobierno”.
Después de un breve periodo de gestión, el pueblo expresa su insatisfacción ante la familia real que solo disfruta los privilegios del palacio, descansa, come y bebe. “¿Un rey tiene que trabajar?”, pregunta el gobernante. Madre Ubú le aconseja convocar a un “plebiscito monárquico inédito” y así comienzan una serie de acciones de comunicación mediática, donde destaca la invitación de la mujer al programa de revista conducido por el mejor conductor del país, “Chi-chi-chisme”, quien dirige la entrevista con la franqueza y simpatía de una diva drag indagando con quisquilloso interés periodístico sobre la violencia, desapariciones, impuestos y pobreza de la nación.
En un cuadro de total farsa por desviar la atención, Madre Ubú confiesa estar embarazada y da a luz escandalosamente a un platanito. El rey también suplica a la prensa que “paren de decir cosas malas”, al mismo tiempo que ordena a sus consejeros de planificación y comunicación cortar los recursos a las secretarías y aumentar los impuestos a los ciudadanos que no reciben salarios. Entre el estrés, termina comiéndose a su hijo frutal.
”Es en la crisis que uno crece”, dice Padre Ubú tirando por la borda su imagen política conforme atiende las quejas de carniceros, granjeros y panaderos, cuyos casos dictamina con negligencia y autoritarismo, además de forzar la opinión favorable de los medios con acoso y agresiones fìsicas. Destaca ahí el montaje donde el actor, en un principio rey, se convierte en “personaje aleatorio” cambiando en segundos la personificación con sencillos elementos contenidos en las cajas y una tela (mantel, capa, cortina, calabozo…) que funge como el elemento escenográfico principal.
Entre las ideas brillantes para salvar lo insalvable, contratan a Tarantino para dirigir un spot promocional (video disponible al instante en las redes sociales de la compañía) y, de manera absolutamente orgánica, el público se convierte en un pueblo acarreado que aplaude, celebra y recibe las donaciones bananeras de la reina y del rey. (“¡Así se hace una campaña, chin…!”, se oye decir a algún asistente, probablemente un estudiante de Política).
“¡Lo que es bueno debe continuar!”, versa el eslogan, donde las niñas y los niños, más que entusiastas (como por el 2000 en México con el candidato del PAN), se forman en las urnas para votar. Sin embargo, Padre Ubú no logra mantenerse como rey y es encubierto por su esposa, quien argumenta tener una crisis psicológica para escapar empuñando una pistola, atravesar la plaza, saltar sobre la fuente y subir los callejones.
Finalmente, “Chi-chi-chisme” reclama el trono como hijo del primer rey, muestra sus análisis genéticos y bromea sobre su parecido idéntico (es el mismo actor). Los consejeros se mantienen en la corte como “paladinos de la justicia y la ética”, al igual que Padre Ubú cuando fue nombrado consejero: “si hay algo a lo que no renuncio es a mi lealtad y nobleza”.
“Cualquier semejanza con la realidad es todo menos una coincidencia. ¡Viva Latinoamérica! Si no lo crees, busca si es verdad”, concluye la función con un resumen musical al estilo de los juglares y con bananas por doquier. El público, con todos sus tipos, intereses y personalidades, no duda en registrar el código QR para ver su participación en esta parodia que lo hizo reír intensamente ante los grandes absurdos políticos de la realidad.
Ubú: ¡lo que es bueno debe continuar!
Grupo de Teatro Clowns de Shakespeare
19 y 20 de octubre de 2024
Plaza Mexiamora