ENTRE CALAVERAS Y CALABAZAS: LA RIVALIDAD CULTURAL DEL MEXA INMAMABLE Por: Sergio Sosa

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He estado viendo cómo algunos se han convertido en guardianes de la “pureza cultural”, defendiendo a capa y espada que Halloween es una invasión gabacha que hay que exterminar, porque, claro, el sagrado brown pride y la “pureza del alma mexa” están en juego, ¿no? ¡Por favor! Parece que estamos en medio de una cacería de brujas por un maldito pumpkin spice latte, como si eso fuera a salvar la cultura.

Déjenme darles un repasón con unas líneas, y no de las que más me gustan, que ilustran lo absurdo de este desmadre cultural. Somos un revoltijo de nuestro pasado y presente, y lo que vivimos hoy, en un futuro, ¡será parte de nuestra identidad! Así que prepárense, porque el valor de la cultura es un cóctel explosivo donde se mezclan influencias, historias y tradiciones, como si fueran un pinche guacamole.

Hablando de desmadres, el Día de Muertos y Halloween son rituales sincréticos que comparten un hilo común en la celebración cristiana/católica de los fieles difuntos, que, por cierto, se celebra el 2 de noviembre. ¡Baia, baia!

Halloween, esa fiesta que algunos odian con toda su mexicanísima alma, es en realidad una tradición sincrética que se origina en la antigua paganería celta llamada Samaín, que se adorna con un toque cristiano. Samaín, que se celebraba del 31 de octubre al 1 de noviembre, marcaba el fin del verano y el año nuevo celta, porque, claro, la cosecha no se va a festejar sola, ¡hay que hacerle pachanga! El término Halloween proviene de All Hallow’s Eve, que, con un poco de ganas de que suene a algo que les guste, significa “la víspera de todos los santos”. Así que, en lugar de satanizarlo, ¿por qué no celebramos la magia de mezclar lo pagano con el mochismo recalcitrante?

Ahora, el Día de Muertos en México también es un delicioso festín sincrético, con raíces que se entrelazan en lo prehispánico y lo cristiano. En la cultura nahua, había tres momentos para honrar a los muertos, como si fuera un buffet de recuerdos, y se hacían altares de acuerdo con cómo había sido la muerte de cada uno. Pero, ¡oh sorpresa! Esta tradición se volvió sincrética el 2 de noviembre, coincidiendo con la festividad católica para orar por aquellos que están en el purgatorio.

Así que, mientras muchos insisten en que debemos rechazar Halloween y aferrarnos a nuestro colorido Día de Muertos, recordemos que si realmente quisiéramos celebrar las tradiciones originales, deberíamos dedicar tres días al año a honrar a la muerte y celebrar festivales como Miccailhuitl. Pero, spoiler alert: el Día de los Santos Difuntos es una tradición católica europea.

Así que, tranquilos, mis amigos, no se desgasten defendiendo la “pureza” de nuestra cultura. Somos nosotros quienes hacemos vibrar esa cultura, mezclando viejas tradiciones con nuevas influencias, porque la vida es un gran carnaval de referencias culturales.

Y, a ver, posdata: si no sacan un muertito decente, prepárense porque soy bien travieso, prros. Les voy a hacer un desmadre.

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