Háblame de ti: la flaqueza del bolchevique por Míkel F. Deltoya

 Era lunes y como todos los lunes el alma me pesaba ahí mismo,

abajo del saquito de los cojones.

Pablo, protagonista de La flaqueza del bolchevique

 

 

Una de mis novelas favoritas, finalista del premio Nadal en 1997, año en que fue publicada, es La flaqueza del bolchevique de Lorenzo Silva. Complicadísima de conseguir en México, y menos difícil en Europa, la novela corta es un apremiante recorrido por la perversión y tragedia de Pablo, un oficinista que bien podríamos catalogar como un hijo de puta. Rutinario, monótono y sin el menor reparo de cometer venganza si alguien lo saca de sus casillas.

¿Qué he hecho para desperdiciar así mi vida? ¿Cómo, de todas las vidas posibles, he acabado ganándome ésta en la que no hay más que mierda y túneles que no salen a ninguna parte? (22)

La historia bien se desarrolla en un plano psicológico por encima del entorno diegético, los pensamientos y tribulaciones del protagonista ante su enamoramiento y obsesión con Rosana, una adolescente de no más de quince años a quien conoce por un factor de azar más que por pulsiones propias, son la constante del libro, hay pensamientos continuos, juicios de valor y luego parpadeos de narración en primera persona. La premisa fundamental del libro es la relación de Pablo con Rosana; el título de la novela se relaciona con un pensamiento recurrente del personaje principal ante una premisa popular de la Revolución Rusa:

Entre todas las fotografías impresionantes que en el mundo son, hay una que sobrecoge por encima de toda idea o prejuicio: la de las cuatro grandes duquesas rusas, hijas de Nicolás II, que fueron pasadas por las armas bolcheviques (a saber cuáles) en Ekaterinemburgo, después de la Revolución. (…)  Esas cuatro caras perfectas, esas cuatro niñas angelicales y orgullosas, para siempre unidas a su trágica suerte, producen un impacto imborrable en el pedazo que a cada uno le queda de corazón. (24)

 

El retrato de las duquesas será una constante simbólica en la novela, pues, al conocer a Rosana se unirán hilos que vincularán la naturaleza del texto con la plasmada por la realidad, sobre todo con los paralelismos que conserva con la duquesa Olga.

 

De las cuatro es quizá la más altiva. Mira a la cámara consciente de su enorme encanto, como una profesional. Las demás tienen el cuello recto, pero ella inclina la cabeza, con languidez calculada. A su corta edad ya está imbuida de su condición semidivina (22)

 

El personaje cae prendido por la belleza y cálida inocencia de Rosana, se subordina a ella, pero el deseo es andrajoso, impío, carnal. Empero, hay un factor de cambio en su opinión, la catástrofe, que sólo así permite la catarsis de esta tragedia moderna. Hay contradicciones y pugnas mentales toda la novela, y hay situaciones tragicómicas que, no obstante, se ven saladas por los acontecimientos del libro.

 

Si era un sueño de muchachitas cariñosas, me producía un trastorno considerable, y cuando me despertaba y veía que la muchachita se había desvanecido me entraba una desazón y subsidiariamente una mala hostia que no podía controlar. (37)

 

La novela, más próxima a lo cotidiano que a lo lírico, sin embargo, también desarrolla metáforas que favorecen la comprensión de la historia; Pablo es un protagonista culto, su malicia no es gratuita, es un subversivo con piel de romántico. ¿Una revisita a Lolita de Nabokov? Puede ser:

 

Salió corriendo, con la cabellera al aire, y yo me quedé devanando algo confuso sobre Dante y Beatriz y el cielo y el infierno y la jodida seguridad de que no habría mayor dolor que acordarse del tiempo feliz en la desgracia. (47)

 

Ante lo funesto de la novela – no ventilaré el desenlace – hay una expiación y un cambio radical en la redacción del personaje, y hay una sensación de liberación ante la inminente culpa:

 

—No he sido impío. He deseado la luz de tus ángeles, la rocé y al final la malogré. Fue culpablemente, aunque sin propósito. El resto de mi tiempo lo empeñé así: antes, en esperarla; después, en pagarlo (…) (64)

 

Vuelta de página

 

En el 2003 fue estrenada la película basada en la novela de Lorenzo Silva, dirigida por Manuel Martín Cuenca, con un esplendoroso soundtrack de Roque Baños y tres canciones del disco Yo, minoría absoluta de Extremoduro. Protagonizada por Luis Tosar como Pablo y la presentación de María Valverde como María (le cambiaron el nombre a la protagonista para impulsar su carrera), la película captura la esencia del libro pero dista en las afinidades; mientras el texto se desenvuelve en un entorno de perversión, azar y vida funesta, el filme no se ve ataviado por la sucesión de hechos, y va en crescendo constante. La película hace justicia a los personajes retratándolos de buen ojo, pero, de cierta manera ablanda la naturaleza beligerante de su protagonista. La puedes mirar, en calidad regular acá.

Dotada de constantes juegos de relaciones funestas, de situaciones perversas y mucha cotidianidad, La flaqueza del bolchevique es un texto must read. ¿Quieres saber dónde puedes leerla? Escríbeme.

 

 

 

Silva, Lorenzo. La flaqueza del bolchevique. Ediciones Destino. 1997

Historia Anterior

El juego en la escena por Marleen Velázquez

Siguiente Historia

Algunas cosas nunca cambian, incluso en 400 años El discurso de Bob Dylan en el Nobel