Todos mis días últimamente empiezan con mi alma de amateur artista, con sueños nuevos y mucha energía después de mis ahora ya acostumbradas dos tazas de café oscuro con azúcar mascabada que me gusta desayunar. Después, me voy a mis dos diarias actividades, haciendo combinar entre la acrílica nueva experiencia, el trazo del dibujo que tanto me gusta y el espanto de los jueves, con el carboncillo.
Llevo meses trabajando, pero más de un mes alternando el trabajo y la escuela; ahora sólo disfruto de mi empleo los martes y viernes, ¿qué puedo decir? Tengo una vida ocupada y me gusta.
Hoy es sábado, y se supone que debería de estar de regreso en casa de mis padres, soportando mi vergüenza familiar que se debe a abandonar sus sueños y seguir los míos, debería ahora estar siendo la sumisa prudente que nunca he sabido ser, pero hoy es diferente, hoy no regresé y me quedé aquí…
Todos mis sábados exceptuando éste… Hoy mi día empezó marcándote al móvil preguntando sí si vendrías, y pasó, llegaste.
Nos conocimos en la cama a media ropa por ya tercera vez, nos iniciamos en el mundo de la escultura, -tu tan radiante como siempre-, yo fui burda y torpe pero no dijiste nada –ese silencio tuyo es contagioso-.
Tuvimos otra cita en la cama y esta vez yo te hice el amor, porque te quiero, te quiero así, tan libre como eres.
Dormimos -sólo el universo sabe cuántas horas-, fuimos en búsqueda de comida, recordé que existe un mundo fuera de las cuatro paredes de mi abohemiada vida.
Ahora duermes en mí cama detrás de mí, mientras yo te veo recostada e indefensa, mientras yo inspirada me doy prisa para no perder tu esencia.
Ha sido un día ocupado, tú, yo, mi cariño y nuestras pieles.
Hoy fue un día tan ocupado en ti que hoy fue un día sin café para mí.