En la época actual, estamos tan bombardeados de múltiples ideologías que siempre somos afines, aún sin quererlo, a muchas de ellas, sin embargo, más que las ideas que se plantean en diversos ámbitos, quienes realmente nos apasionan son los grandes personajes que las han hecho suyas. A estas personas es a quienes rendimos un culto especial, los veneramos y los hacemos nuestros al querer además imitarlos.
La misma representación que nos dan esas personalidades es lo que nosotros hacemos sagrado. Así como se consagra el arte, es decir, se saca de su contexto y se le ubica en un lugar especial, así también existen quienes merecen nuestra consideración y respeto por la simpleza de lo que significan; y si hay una significación entonces se pasa a un nivel mayor en la que se identifica a la persona que va más allá, se le contextualiza y se le ubica en un ámbito especial.
Esta realidad distinta en la que se ubican estas grandes personas que han causado un gran impacto, son las que revelan «eso otro» al que señalan, Dicho de otro modo, son signo de un ideal que consciente o inconscientemente se quiere tener o llegar. Idea e Ídolo tienen la misma forma etimológica, el eidos (aspecto, forma o apariencia). Ídolo a su vez hace referencia a la idolatría, cuyas formas etimológicas son eidos y latreia (adoración). En este sentido, el ídolo será la persona concreta a la que se le adora. Aunque desde la antigüedad no era «la persona» sino la imagen a la que se le adoraba.
¿Adorar como un dios? Simplemente le rendimos un respeto por lo que esa persona significa o lo que representa. Aquí cabría mencionar el estudio que desarrolla Panofsky sobre los niveles de la significación hasta llegar a la «iconología» por medio de la cual se puede estudiar mediante una interpretación, la relación que existe entre simbolismos e imágenes.
Siendo así, aquellos a quienes consideramos ídolos es porque les damos homenaje al ser especiales para nosotros. En este sentido María de Jesús Gómez Déciga tuvo la oportunidad de no sólo apreciar a sus ídolos sino que además de conocerlos personalmente y mantener sus recuerdos, guardar una parte de ellos.
María de Jesús nació el 24 de mayo de 1925 y falleció un 30 de junio de 2004. Originaria de la ciudad de Guanajuato tuvo a bien mantener un cofre guardado con algunos recuerdos que hasta ahora, quienes nos apasionamos por el mundo del cine podemos decir que son un gran tesoro. Al decir esto, provoca la sensación de querer tener la suerte que tuvo esta gran mujer de poder ser partícipe de conocer y presenciar a grandes ídolos en la historia del cine mexicano.
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