II. S. por Luz Atenas Méndez Mendoza

Antes del cierre, siempre se sentía el bajón de la energía que rodeaba a los asistentes cada noche. Landon se encontraba acomodando las botellas de alcohol cuando uno de sus compañeros del área de cocina se acercó con un cigarrillo en la mano; lo observaba fijamente, como si tramara algo, aunque no siempre lograba su cometido con Landon. Se conocían de hacía unos años, cuando el joven de cocina llegó a pedir empleo al bar. El chico, de apenas unos 23, se largó de casa en cuanto tuvo su ID con el deseo de no volver nunca; su historia era algo tipo “mi madre siempre esperó que fuera a la Universidad para poder largarme de la casa y dejarla con su nuevo novio, así que le ahorré la pena y mejor busqué trabajo donde nunca me encontrara”.

 

 

Era bueno cocinando, y era rápido; pronto se hizo con el mando del área, enseñando a otros a no morir mientras freían o cortaban algo. Después de ganar ese puesto, comenzó a proponer otro tipo de botanas, las cuales fueron introducidas al menú poco a poco. Lo cierto era que le habían funcionado porque ahora se veía más ganancia y, por ende, había otros planes en puerta; lo malo, por otro lado, era que no estaba seguro de que lo incluyeran.

 

 

Landon se había ganado la confianza de la hija del dueño, siendo una de las únicas chicas que habían trabajado ahí y con las cuales no se había acostado nunca; la joven de 24 había sido enviada a limpiar mesas durante un tiempo como “castigo” y ahí lo había conocido. En seguida se llevaron bien, quizás porque ella buscaba escapar de la constante vigilancia de su padre y porque él le había facilitado algo de apoyo con eso.

 

 

—Venga ya, dime lo que quiero oír— le dijo el jefe de cocina.

—No sé de lo que hablas, chico— comentó Landon, limpando la barra con una franela gris mientras clavaba sus ojos azules en los del joven —No lo sé, no te puedo decir mucho— se encogió de hombros y regresó la mirada a la barra, dejando la franela colgada y extendida sobre un pequeño tubo detrás de la barra.

—Sé que sabes. Si no, puedes averiguarlo. ¿Te ha dicho algo Jacqueline?— el chico puso la palma de la mano justo donde acababa de limpiar Landon, ensuciando un poco.

—Negativo— Landon movió la cabeza de un lado a otro, notando que había alguien más todavía sentado en una de las mesas, observándolos a ambos. Detuvo la mirada en esa persona, llamando la atención de su interlocutor, quien también puso atención en esa persona.

 

 

 

El hombre se puso de pie, observando a los dos que estaban en la barra. Caminó un poco y esbozó una breve sonrisa, acomodándose la mancuernilla derecha.

 

 

 

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