Itinerante: Necesitas salir de Facebook por Pollo Muñoz

…” vivir en la verdad, no mentirse a uno mismo, ni mentir a los demás, sólo es posible en el supuesto de que vivamos sin público. En cuanto hay alguien que observe nuestra actuación, nos adaptamos, queriendo o sin querer, a los ojos que nos miran y ya nada de lo que hacemos es verdadero. Tener público, pensar en el público, eso es vivir en la mentira”.

La insoportable levedad del ser – Milan Kundera

 

Hola, mi nombre es Christian, me dicen “el Pollo”, y soy adicto a las redes sociales.

Hace ocho años el mundo era muy diferente. Donald Trump era demócrata y apoyaba el aborto, Nintendo estaba rumbo a la bancarrota, la gente compraba piratería, Slim era el más rico del mundo y las televisoras orientaban la opinión pública. Quizá lo único que no ha cambiado es que Calderón estaba ebrio y AMLO quería ser Presidente.

Algo pasó: de manera discreta pero peligrosa las redes sociales se convirtieron en el centro de nuestras actividades cotidianas. Facebook, la red social más popular en la actualidad, daba un impresionante salto en su número de usuarios para llegar a un estimado de 100 millones de personas. Parecía mucho, pero nadie imaginaba que esa cifra se multiplicaría por 16.

El boom de la interacción virtual pudo concretarse con el perfeccionamiento y distribución masiva de los llamados Smartphones, esos pequeños dispositivos en cuyo interior hay más tecnología que aquella que permitió al Apolo 11 alunizar; y aunque parezca irónico, la inteligencia de nuestros celulares nos vuelve cada vez más estúpidos.

El abuso de las redes Sociales -y en especial de Facebook-, nos deshumaniza. Somos adictos a recibir la atención de los demás, a exhibirnos, exponernos y buscar aceptación traducida en un dedo arriba. Siempre he pensado que muy pocos de mis contactos lucen en la realidad como lo hacen en su foto de perfil; la obsesión por mostrar una apariencia perfecta ha proliferado a grado tal que en la actualidad hay más fotógrafos y modelos que abogados desempleados… y eso ya es demasiado.  

Esperamos y recibimos con beneplácito la confirmación de que la vida de otros no es tan fantástica como aquella que deseamos proyectar. Como lo explicara Carlos Monsiváis en “Los mil y un velorios”: El amarillismo es alimentado por el morbo y ¿Qué es el morbo? Es el sentimiento terapéutico que nos otorga alivio al saber que no es a nosotros a quien le ocurre tal o cual desgracia.

El problema no termina ahí, la principal fuente de información de las personas es la red ideada (o robada) por Mark Zuckerberg. Prácticamente todos los medios de información utilizan como principal medio de distribución a Facebook. En teoría, esto debería otorgar una mayor facilidad a los usuarios para agrupar contenidos, pero en el uso diario, el difundir noticias está más vinculado a falsear la información.

La infamia más reciente y muestra indiscutible del poder de las redes sociales para terminar con una vida o una carrera en minutos, fue el vídeo editado en el que se muestra a un profesor haciendo uso de un lenguaje soez y discriminatorio en contra de una mujer. El vídeo daba a entender que la forma despectiva y violenta en la que se expresa el profesor, es aquella en la que le hablaba a su esposa (para deleite de las mal llamadas feministas, esto ocurrió en vísperas del día de la mujer) y el linchamiento no se hizo esperar.

Cadenas de condena, recolección de firmas, ofensas y hostigamiento, hicieron que el profesor Ramón Bernal Urrea se viera en la penosa necesidad de desmentir las acusaciones que por poco le cuestan su trabajo. En resumen: las ofensas y palabras que se aprecian en el vídeo fueron sacadas de contexto, ya que lo que él hizo (y se puede apreciar en el vídeo sin edición) fue explicar la forma en la que su cuñado violentaba a su hermana.

No me desviaré justificando el uso del lenguaje en un salón de clases, basta con ver las ofensas y amenazas que los usuarios escribían en contra de Bernal Urrea para comprobar que el mexicano no se distingue precisamente por ser respetuoso. Lo que realmente debe de ser aleccionador para usuarios y editores de los medios de comunicación, es que Internet es un arma peligrosa y no se debe sacrificar la verdad en aras de conseguir la inmediatez traducida en primicia.

Irónicamente, quizá llegaste a esta colaboración por algún link en Facebook. Es curioso hacer énfasis en el mal uso de las redes sociales porque todos conocemos de manera directa el daño que produce a nuestras relaciones el saber a detalle todo lo que hacen nuestros ¿conocidos?… espera, ¿realmente tienes 2,500 amigos?

Lo sabes de antemano: No necesitas Facebook, la red está pervertida por los propios usuarios y al ser un negocio, se vuelve sumamente peligroso que todos los contenidos y nuestra información se concentre en una sola empresa. Como adicto, me costó mucho trabajo desprenderme de la dependencia a “argumentar” -incluso por horas- en una estéril e inútil discusión contra personas que únicamente leen los títulos amarillistas de las notas; poco a poco pude reconocer que quien más felicidad presume es quien más vacío siente en su interior. Después de todo, quien es feliz se dedica a serlo, no a presumirlo.

Llevo casi 90 días sin hacer uso de manera compulsiva de Facebook y he comprobado que lo más sano es lo más simple, qué es más agradable el contacto directo con las personas, ignorando por completo el lugar en el que estuvieron el fin de semana, o no teniendo la más remota idea de qué desayunaron.

 

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