La Chica del Banjo por Javier Arroyo

Rhiannon Giddens

Hoy como todos los martes tuve ensayo a las siete de la mañana, ¡Sí, a las siete de la madrugada! Sé que muchos de ustedes pensarán: ¿quién carajos ensaya a esas horas tan absurdas? Pues nosotros. Yo no me llamo Josué, es un proyecto que tengo con Alejandro González “Borre”, un gran amigo mío. Componemos canciones de los géneros más diversos, tenemos una cumbia, una folk, unos boleros y una canción hasta en francés al estilo Jazz Manouche. Nosotros decimos que nuestro género es Bolero Millenial ó mejor aún, Anti-Canción.

 

            En medio del ensayo, como casi siempre, nos pusimos a platicar. Borre, es un sabelotodo en géneros como el Folk, Bluegrass, Country y en demás ritmos gemelos. Yo la verdad, no sé casi nada de esos lares de la música, pero gracias a él, me empiezo a empapar. Digamos que es una especie de sibarita para esos estilos. Y hoy no fue la excepción, me platicó sobre una chica afroamericana que toca el banjo freetless (es decir, sin trastes), canta y compone. Me dijo “es fascinante ver cómo al cantar comunica tanto con su gestos, estoy enamorado de ella, escúchatela, Mae.”

 

            Dicho y hecho, mientras pedaleaba de regreso a mi casa, iba repitiendo su nombre para que no se me olvidara: Rhiannon Giddens. Apenas llegué y mientras desayunaba por segunda vez (a las siete no me voy con el estómago vacío, pero regresando, almuerzo como se debe), busqué inmediatamente su música. El flechazo a primera vista fue inevitable. La primera canción que escuché fue Julie. Ella sale en el video tocando su banjo y cantando, esto es lo único aparentemente que ocurre, pero no, se suscitan un montón de cosas. Efectivamente, con sus gesticulaciones dice todo, no sólo su canto es prodigioso, sino también su manera de interpretar. Parece que canta con todo su cuerpo, desde la frente, pasando por todos los músculos de su cara, hasta la punta del dedo gordo de su pie derecho. Sé que es ambiguo lo que acabo de decir, pero déjenme explicarme. Una vez un gran amigo violista, me contó que los dirigió en la orquesta en la que trabajaba, un director suplente. “Pa, el tipo nada más te veía y tú ya sabías lo que tenías que hacer, no necesitaba decírtelo. No te miento, dirigía hasta con una ceja.” Eso es a lo que me refiero, la música (o cualquier actividad artística) se debe de hacer con todo el cuerpo. Tan es así, que el sonido cambia radicalmente de cómo te pares para, por ejemplo, tocar el violín; un pie más adelante y el sonido cambia. Ahora imaginen, que aparte de hacer lo que acabo de decir, interpretas con tu cuerpo las palabras y los versos. El mensaje llega más fácil y contagias al que te escucha, con el sentimiento ó emociones que quieras transmitir. Y Rhiannon lo sabe hacer mágicamente, es una maga.

 

            Les recomiendo escuchar completito su disco Freedom Highway, es fabuloso y deliciosamente adictivo. No hay desperdicio de canciones, todas son una joya, ni una sobra. Me despido citando a un usuario de Youtube que dejó un comentario en un video de Rhiannon cantando la canción “Louisiana Man”, en el festival Austin City Limitis, que tiene mucho que ver con todo lo que es ella y su música: Real people playing real music on real instruments. Doesn't get better any than that.”

 

 

 Javier Arroyo. Nacido en la Ciudad de Puebla (1987). Es narrador, cuentista y poeta. Actualmente colabora en varios proyectos culturales, como creador de la Revista Diletante, colaborador en la revista Juguete Rabioso, así como en Yo no me llamo Josué, un proyecto a dueto con el compositor Alejandro González “Borre”. También se encuentra escribiendo su primera novela, así como un libro de poemas. Se autodefine como curioso patológico y su deporte favorito es caminar.

Historia Anterior

¿En qué piensas mujer preciosa? por Gabo Díaz

Siguiente Historia

El estilo de vida Hemingway por Mixar López