Papá dice que pronto vendrán por nosotros, que es cuestión de tiempo. Llevamos varias horas sentados aquí, haciéndonos chiquitos, chiquitos, como si estuviéramos escondiéndonos. Yo no quería venir, tampoco me dejaron traerme a mi muñeco, estoy muy aburrido. Mis hermanitos se quedaron en la casa, mamá nos vio salir y tapó su cara para que no la viéramos llorar. Me he dado cuenta que llora cuando algo le duele, la otra vez amaneció con muchísimas ganas de vomitar, pero no podía levantarse, entre mi papá y yo tuvimos que llevarla hasta el baño. Seguramente hoy le dolía la panza, o los pies, o la espalda, ella trabaja mucho.
Hay una niña sentada frente a nosotros, su piel es como el color de la tierra, se parece mucho a la mía. Me gusta pensar que Diosito nos pintó de un color diferente para diferenciarnos de la gente mala, también para que el sol no nos picara tanto como a los demás, Su nariz parece que tiene muchos mocos, hace unos momentos me estaba sacando la lengua, pero parece amigable, yo le saqué la lengua también y después quise mostrarle mi sonrisa, pero tiene tantos huecos por los dientes que se me han caído últimamente que me dio un poco de vergüenza.
Si miras al cielo puedes ver pasar muchos aviones, ahora se ven más bonitos que cuando era de día, sus lucecitas parpadeantes siempre me han gustado, ¿a dónde irán tantas personas?, lo que no me gustaría es viajar en avión, me dan miedo las alturas, además hacen un ruido muy muy fuerte que me asusta. En esta noche ya me despertaron tres veces, ojalá dejen de pasar para poder dormir, papá dice que necesitamos cargar energías y mantenernos fuertes.
Hay un señor muy desesperado, tal vez también le duela la panza. Le está gritando a la virgencita que los ayude, yo una vez acompañé a mis papás a ver a la virgencita a la Basílica, me compraron una medallita y la traigo siempre conmigo, ella también era del color de la tierra. No sé por qué está enojado con ella, todos estamos aburridos, pero tampoco es para tanto. A mi papá, por ejemplo, le duelen las manos y los pies, en sus botas traía clavadas unas espinas que lo hicieron llorar de veritas. Papá dice que pronto vendrán por nosotros.
Me quedé dormido por fin, aunque los aviones siguieron pasando como si fueran pajaritos teniendo que volar para conseguir comida. Me despertaron unos gritos, la niña de los mocos estaba dormida y lloraba entre sueños. Muchos otros empezaron a correr por todas partes. Mi papá ya no estaba conmigo, lo busqué con la mirada, pero no lo encontré. Palpé con la mano mi medallita. No entendí muy bien por qué todos le tenía tanto miedo a las personas que venían a rescatarnos, me gustaron sus coches-patrulla, eran blancas con verde y fuimos subiendo uno a uno.