La monotonía del amor por Iván Alejandro Díaz Acevedo

Fotógrafa:  María Paola Garrido Barrera

¿Que si me gusta la monotonía? Claro que sí, me encanta saber qué tendré que hacer al día siguiente, me gusta saber que mis llaves estarán en el mismo lugar y que mis pasos se dirigen hacia alguna parte. No significa que odie las sorpresas, por supuesto que no, pero sin duda despertarse para ver el sol cada mañana pareciera sorpresa suficiente. ¿Que si soy una persona aburrida? Posiblemente, no voy a negar mi naturaleza austera, pero me fascina la idea de pensar que tendré tiempo para concentrarme en las cosas importantes.

El saber qué voy a ordenar en el restaurante me ahorra tiempo para mirar más tus ojos enternecidos, el saber a qué hora saldré del trabajo me hace más ligeros los minutos que faltan para verte. Quién soy yo para ocultarlo, me da miedo que la vida se escurra entre mis manos sin haber tenido la oportunidad de ver tu sonrisa de loca descarriada.

No quiero volar porque desde aquí abajo veo mejor las estrellas, no quiero la angustia de no saber dónde amaneceré al día siguiente porque la carga del pensar que no estarás ahí pareciera insoportable. Quiero que la vida fluya en su eterno vaivén y que me deje grabada en el alma el momento de nuestro encuentro para que me acompañe en lo imprevisible y proceloso.

¿Que si me gusta la monotonía? ¡La adoro!, ¡la adoro!, ¡la adoro! Así como te adoro a ti, así como adoro las arrugas que escondes tras el maquillaje, así como adoro la calma y la serenidad de tu abrazo. Qué te puedo decir, aquí estamos arrojados en un mundo caótico e imprevisible y sin embargo siempre encuentro tu rostro mirándome al salir el nuevo día.

 

 

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