La soledad de un hombre gay por Valentín E. Sánchez S.

I

 

Hombre de posibilidades

que no podrá cerrar su puerta al miedo,

nunca fue pues ingenuo

ni tampoco le escapó el valor.  

Firmes son sus intenciones

de hacer las cosas bien.

 

Lo extraña la vida,

el enorme dolor que hay en ella,

tal vez no nace en el tiempo y lugar adecuado,

quizá no lo habría hecho más temprano ni después.

 

Decide perseguir para sí un sueño universal

de borrar lo que ya estaba escrito,

mucho antes de su nacimiento,

en la conciencia colectiva de su destino.

 

Necesita entonces de un cuarto pacífico

para pensar cómo habrá de conducirse,

no puede exponerse demasiado

a las armas de los demás,

que han derramado la sangre de sus compañeros,

a quienes no conocerá.

 

Darse cuenta le vino mejor

que seguir creyendo era deseado,

por lo menos no como un ser humano,

puede como objeto de cierta pasión

condenada a muerte y olvido;

pero tiene ojos y tiene oídos

e imposible fue seguir ignorando,

que sería mejor para el resto

se marchase de la Tierra el día de hoy.

 

No quiso ni querrá hacerlo,

busca aún a su amado y no logra encontrarlo,

la compasión lo afrenta y los modales resultan

claramente ingratos,

al fondo reluce la negativa

de tomar su persona como digna

del amor libre que se expresa,

pues se comparte y necesita.

 

II

 

Contempla el mundo desde un alto punto,

lo ha visto entero al caer la noche cada día

e iluminándose la casa que lo guarda.

 

Arrastra el uso del enamorado

de ver en su mente demasiado,

los posibles enlaces y encuentros dichosos

con el hombre amado.

 

Por estar conectado a su entorno,

se admira de la belleza del paisaje; a hombres y mujeres.

Cada uno le dice algo, tal vez sea lo mismo,

que es diferente y no conseguirá un lugar en el grupo.

 

No importa cuánto sienta por él alguno

si no puede demostrárselo,

sabe que el egoísmo es un peligro

para el verdadero amor del cuerpo.

 

Admite que se le persigue

pero calla,

inútilmente dejaría ver

su condición de homosexual.

Tiene una sensibilidad para defenderse

de hombres extraños que no lo conocen,

sin armas lo suficientemente fuertes

para acabar con él.

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