Tenía escrito ya una entrada fabulosa para esta columna, hablaba de planes y de una agenda de pensamientos, sonrisas, caricias, lágrimas y fajes; pero cambié de opinión de último momento así que…
He aquí la primera entrega: L A p r e s e n t a c i ó n
Lo sé, soy bien Narciso.
Pero es que ¿de qué manera vas a leer tú tanta palabra sin saber siquiera de qué boca sale?
Aunque en realidad estas palabras no salen de la boca sino de la cabeza y eso es, ya de por sí, un conflicto.
El nombre no importa, ni la profesión, ni el aspecto, la edad o el género. Las preferencias tampoco importan. Me parece entonces, que lo más importante es que sepas de mí lo que vas a leer en este lugar repleto de Golfas.
Y sí, yo también soy bien Golfito.
Siempre voy metiendo y sacando todo lo que pienso en donde quiera que quepa. También me dejo penetrar, pero lo que más me gusta es ver, ¡vaya! Eso lo disfruto como no tienes idea. Pero bueno, olvida eso, cada quien con sus fetiches literarios. Por cierto, ¿cuáles son los tuyos?
Tengo que aclararte que la propuesta de esta columna no sigue una temática en especial (¡que aburrido hablar de lo mismo todo el tiempo!), de hecho, mi intención es desorganizar la vida y así, entre tanto desorden, poder reacomodar un poco las ideas.
No te preguntes cómo, ni por qué o sobre qué escribo. Pregúntate cuándo, porque ahí encontrarás la clave.
Te recomiendo además, que acompañes la lectura con café o vino o cerveza y siempre de buena música, el tabaco es opcional. De no hacerlo, estás en peligro de no involucrarte y eso, mi querido lector, eso no es una opción.
Y así, al ritmo de Glass Candy (warm in the winter), te invito a entrar al Pandemonium.
Entra contento, ganoso. Desnúdate y siéntete libre de convertirte en el propio caos. Desata tu mente y déjate llevar por los ruidos, por las emociones, por la embriaguez, por el deseo y un poco por la locura que aquí te presento.
Atento a tus comentarios, te espero cada semana con las letras a flor de piel.