Las notas que no se tocan. Por Moises Campos

///

La música se define como el conjunto de sonidos y silencios con una temporalidad finita. Dichos sonidos responden a las 12 notas en un espectro que se ve limitado, pero que ha sido desafiado con varios siglos de música creada que es autentica y además única; pues la expresión de belleza la vemos en la armonía.

El limitante entre el sonido y el silencio lo definimos como la ausencia y la no ausencia del sonido. Si pudiéramos explicar física cuántica con música entre si existe y no existe, imaginemos que las notas que no se tocan son también música, pues esa ausencia define lo que expresamos como: armonía, la composición de temas, colores, intenciones y reflexiones. La música se tensa en la ausencia del sonido o se vuelve exquisita en la apenas captación del sonido en nuestros oídos cuando suena pianísimo.

Entre esas notas que no se realizan existe un espectro muy grande, pues lo que percibimos es lo pactado en una partitura donde un compositor se imaginó y un ejecutante se expone en la belleza de la vulnerabilidad que solo la música logra realizar. Entre estar y no estar, en medio de todo eso está la música, las sinfonías, el piano solo, las voces y todo aquello que nos hace vibrar con la belleza del silencio y los sonidos.

Frente a eso, regresamos a LAPhil. A deleitarnos del Concierto No. 3 en C menor Op 37 del Compositor Beethoven; que enmarcaba esta celebración, sin dejar el estreno de una obra por el Encargo de Elizabeth Ogonek titulada Claudine y para cerrar la noche la Sinfonía No. 4 en A mayor, “italiana” Op. 90 de Mendelssohn.

La Filarmónica fue dirigida por Elim Chan, joven directora que ha tenido gran presencia en festivales de Estados Unidos y Europa. De acuerdo con criticas internaciones la definen como una única combinación entre el drama y tenacidad, entre el poder y la delicadeza. En su dirección explota una gran capacidad de presencia, poder en sus manos, expresiva, fuerte, tenaz.

 

La obra de estreno Cloudline de Elizabeth Ogonek expresa el arte contemporáneo en la necesidad de exponer sonidos casi imposibles. Se podrían presumir de aleatorios, pero no son, están constantemente planeados, continuos. Me remitió en sus múltiples notas al Sonido 13 del mexicano Julián Carrillo donde desafío a la física al exponer un sinfín de sonidos partiendo de la idea de romper los semitonos. Es una obra tensa y libre, muy bien proyectada.

La mejor parte de la noche se llevó el Concierto No. 3 para Piano de Beethoven en C mayor Op. 37 interpretado de las manos de Igor Levit. Siempre me han dicho que el mejor lugar para disfrutar un concierto de piano es desde donde se pueda observar las manos del pianista. En ese sentido teníamos vista picada, pues nuestros asientos nos permitían no solo observar las manos de Igor, sino que además percibíamos los martillos de pianos que se activaban en cada nota que tocaba.

Igor es un joven pianista ruso que a la edad de 34 años ha sido galardonado por múltiples premios incluido un Grammy como el mejor instrumentista solista clásico. Es descrito por el New York Times como uno de los más importantes artistas de su generación, con múltiples apariciones en festivales, orquestas de todo el mundo. Es en la actualidad un referente en cuanto a música académica. Para conocer su trabajo les dejo su disco sobre las sonatas para piano de Beethoven

En lo que acontece al Concierto de Piano es necesario describir el inicio con alegre con brío y en las primeras notas se nota un jugueteo con la orquesta que paraliza con un silencio donde el piano solo realiza las mismas intenciones. Desde ese momento no dejan de juguetear, se vuelve una fantasía, es un éxtasis de energía, en muchos momentos me remitió a la influencia del clasicismo como Mozart y es normal, pues Beethoven supone la ruptura a lo que después se denominaría romanticismo.

El cierre de este gran evento se dio con la Sinfonía No. 4 en A Mayor “italiana” OP 90 de Félix Mendelssohn compuesta en 1833 y estrenada por LAPhil en 1930. Es una obra en cuatro movimientos, muy alegre en ocasiones. Supone un gran festín o lo glorioso que pueda significar las notas de un himno, pues es imponente. La música se desenvuelve en un frenesí imparable.

La energía de la directora fue única y muy necesaria en esta obra que muestra su rigor y conocimiento en obras que han trascendido la música académica. La “italiana” es la sinfonía donde Mendelssohn compone en un viaje a toda Italia en 10 meses, donde la recorre de norte a sur y con ellos todos sus rincones y epicentros como lo es el vaticano y todo lo que representa. Por eso es tan heroica, porque concentra en todas esas notas la complejidad de un país como Italia.

El concierto concluyó después de las 10 de la noche. El clima fue un frio cálido, suficiente para sobrevivir con un saco sencillo. Me acompañó Raquel Márquez, mi prima. Pudimos disfrutar de unas copas de vino y charlas dentro del jardín del Walt Disney Concert Hall. Iniciamos la cobertura de este 2022 desde la ciudad de Los Ángeles, California. Sigan leyéndonos.

¡Vamos a la Orquesta Paisano!

Historia Anterior

PINTURA: 9 POEMAS DE INSTRUCCIÓN DE YOKO ONO (Versiones de Aleqs Garrigóz)

Siguiente Historia

Undine, la elegía por Paulo Neo