Lo inesperado vuelto esperado: ¿el fastidio llamado Suicide Squad? por Adso Eduardo Gutiérrez Espinoza

El cine de superhéroes, como también el mundo del cómic comercial que versa sobre éstos, ya se ha envuelto en clichés, el héroe traicionado por el sistema, la mujer bella que muere, el héroe que busca el reconocimiento de su familia o de su sociedad, en gastos escandalosos para su realización —Civil War, conclusión de la trilogía del Capitán América, costó 250 millones de dólares; Batman v. Superman un poco más de 400 millones; y Suicide Squad 175 millones de dólares. Lo cierto es que estas producciones deja ganancias extraordinarias que, muchas veces, superan a la inversión original. Se puede esperar cualquier cosa de tales producciones —efectos especiales y sonoros que consolidan o muestran los poderes o las habilidades sobrehumanas de estos personajes. El gran fracaso de Batman v. Superman es debido a un guión mal hecho, con agujeros en el argumento y los sueños frustrados de un director que se empeñó en consolidar tras su opera prima, The Watchmen; en efecto, las adaptaciones del cómic son igualmente complejas que las literarias —uno de los errores frecuentes es esperar que en estas producciones se adapte, si no un cómic en concreto, elementos de su mitología (por ejemplo, la discusión sobre el traje de Barry Allen, que muchos esperaban el original y otros el de Injustice) —, pues el cine tiene su propio lenguaje y los otros dos también (espero no ser áspero: lo que muchos fanáticos de los cómics, ya sea defensores o desertores de alguna de las mayores compañías, DC y Marvel, no logran entender, quizá debido a su propia ignorancia, es que las adaptaciones son traducciones al mundo cinematográfico), que si bien éstos pueden nutrirse ya es otra discusión. Bajo estas consideraciones, una gran producción no necesariamente es sinónimo de una joya cinematográfica, un guión consistente se refleja en los argumentos, los diálogos e incluso las actuaciones y la separación de los lenguajes literarios, fílmicos y de los cómics, ¿qué tan factible es considerar Suicide Squad un fastidio visual, por no decir fracaso.SUICIDE SQUAD

            Una premisa: la película fue ofrecida como la del año, dejando a un lado al éxito de Deadpool, que reúne a un grupo de villanos, en oposición a su hermana Batman v Superman (por supuesto, sólo se reúne la tríada DC). El error más notable es uno obvio: no todos los miembros de Suicide Squad son clasificados como villanos sino anti-héroes (por ejemplo, Enchantress y Deadshoot), sin embargo hay que creerles (o al menos fingir de que se les cree) —con seguridad, se me acusará de que desconozco el proyecto de Warner, la creación cinematográfica  de un universo de DC (los famosos multiversos), similar al de Marvel. Si bien las películas se conectan con otras, éstas deben funcionar por sí mismas, sin importar sus conexiones (el propio lector de películas sabrá cómo hacerlas): no hace falta que otro las explique.

            Al ser la reunión de los villanos, segunda premisa, también se enfrenta a un elenco coral (todos tienen el mismo peso), pero no sucedió así: varios personajes se catapultaron como centrales, Harley Quinn, Deadshoot, Enchantress (por ser la villana) y Amanda Weller, y los demás se vuelven secundarios. El eje central de esto es la muestra de un brazo ilegal para proteger y esto lleva a reflexiones profundas, la figura del mal, la violencia doméstica, la feminidad, el reconocimiento, el hombre como arma, la corrupción de ciertas instituciones, el miedo a los otros (el meta-humano) y la violencia, que quedaron de fuera —claro, hay que preguntarse sobre los objetivos de la obra y tener en cuenta de que ésta se encuentra sesgada por la mercadotecnia.

SUICIDE SQUAD

            Es inevitable comparar las nuevas películas, cuyos personajes están dentro de la mitología de Batman o la Liga de la Justica, con la trilogía de Christopher Nolan que, si bien cometió algunos errores superficiales en los guiones de sus películas, entregó una obra madura, seria e inteligente. Asimismo, potencializó, con ayuda de Heath Ledger y su capacidad histriónica, a The Joker. Precisamente, el tercer paradigma se encuentra en la figura de este villano. Al respecto, distintos actores lo han encarnado, pero el mayor reto para Jared Leto fue estar a la altura de sus antecesores, principalmente con Ledger debido a su cercanía temporal. De ahí que muchos esperaban ver a un personaje superior al de Ledger. Al respecto, hay dos circunstancias que vuelven compleja la lectura de la actuación de Leto: el eco de Ledger, como ya se explicó, y la campaña mediática que enaltecía a este personaje pero su aparición en Suicide Squad fue menor —coincido con muchos críticos de que este personaje no aporta mucho al fenómeno de los supervillanos reunidos en esta película. Sus aportaciones o apariciones fortalecen a Harley Quinn. ¿Qué tan relevante serían si, al menos, Harley Quinn se sostiene por sí sola frente a otros miembros del escuadrón?

            Como lector de cómics y de cine, vi con cierto nerviosismo la campaña mediática alrededor de The Joker, pues si bien sabía que éste no era tan relevante ¿por qué no explotar a otros personajes, por ejemplo, Enchantress o Capitan Boomerang? ¿Por qué hablar de The Joker y no de Amanda o Chato Santana? Ciertamente, la respuesta es sencilla: explotar a Jared Leto como figura mediática (actor galardonado y músico) y el nuevo The Joker. Justamente, es ahí donde radicó el error y, curiosa e irónicamente, el porqué Warner fue demandado por publicidad engañosa. En este punto, Warner nos jugó una treta y de muy mal gusto.

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            Cuarta premisa, si se incorpora a Enchantress a un equipo para trabajar contra una amenaza, ella jamás defrauda, siempre juega con sus propios objetivos y suele jugar a dos manos, una especie de doble espía —tal es el caso de su incorporación en el equipo para combatir a Wonder Woman y Acuaman en Flashpoint, ella asesinó a Shazam para demostrar, al parecer, su lealtad hacia la Amazona. De este modo, era esperado que se convirtiera en un arma de doble filo, capaz de traicionar para cumplir sus objetivos, y su real figura, una anti heroína. El problema es que se nos vendió como una cruel hechicera, una traidora que se aprovecha, pero no su complejidad: ella actuó así por amor a su hermano. Ciertamente, esta complejidad se fortalece con la presencia de June Moon, que sirve como huésped y también engranaje para someter a Rick Flag a las órdenes de Amanda Weller. Lo que la película nos presenta es, a vuelo de águila, su complejidad y sus motivaciones, pero ¿destruirla fue uno de los grandes errores? ¿Aparecerá en la posible secuela que se anunció?

            Finalmente, el mayor acierto, Viola Davis y su Amanda Weller: se cumplieron las expectativas.

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            El soundtrack es lo que se rescata en Suicide Squad, distintas mezclas de canciones clásicas con música contemporánea –en realidad, es parte del estilo de Zack Snyder—, que le brinda cierto dinamismo. Al respecto, no se puede evitar comparar ésta con la de Guardians of The Galaxy (cualquier película que incluya alguna canción de David Bowie o The Queens siempre llamará mi atención), que también tiene un excelente repertorio musical.

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            Si bien uno de las críticas a DC Comics, al menos en sus películas pues en las series es otro asunto, es dejar de lado las bromas, aunque fuesen crueles. En Suicide Squad, la risa es un elemento que salta y permite saborear el texto audiovisual con mayor ligereza. La crítica de muchos es que Suicide Squad se volvió en el paralelo de Guardians of Galaxy, por el hecho de incluir aspectos cómicos. No lo creo, pues ambas son independientes y la risa sólo es un elemento que potencializa y vuelve comercial al producto —por supuesto, no estoy diciendo que la comedia es relevante para que cualquier producto se venda con mayor facilidad, sino que ésta permite la inclusión de otro tipo de público. Mayor apertura, pues.

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