“Hasta los más apartados rincones de México han acudido el PRI, la Coca-Cola, y la noción del complejo de Edipo”
Carlos Monsiváis
Hace unos días se dio a conocer por diferentes medios de comunicación, el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde por mayoría de votos avalan prisión preventiva para menores, esto es que los adolescentes de 14 años en adelante podrán ir a prisión preventiva en México cuando se integren elementos para considerar que fueron participes en delitos graves.
El tema debiera de importarnos y mucho, pues actualmente se debate aún en las diferentes organizaciones civiles y sobre todo en la Comisión Nacional de Derechos Humanos, sobre la “tipificación” del menor infractor y sus derechos, pues aunque el organismo defensor se oponía a que los menores fuesen tratados como delincuentes aunque ocurrieran en delito, finalmente la SCJN aprobó lo que se denominó prisión preventiva.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos por un lado defendiendo lo que pareciera indefendible, sobre todo en una realidad latente en nuestro país donde es un hecho que menores de entre 11 y 16 años (por mencionar algunos) realizan actividades ligadas al narcotráfico, al secuestro, a la extorsión, a la venta y distribución de estupefacientes y otros que sin pertenecer a grupo delictivo alguno, delinquen como parte de su modus vivendi.
Si un menor participa en un acto donde perdiera la vida una persona por tratarse de un asalto a mano armada y es el niño quien por alguna razón disparó el arma, seguramente que se tendría que ejercer acción penal en contra de aquel menor; es aquí donde la SCJN entra en acción y pone en su lugar a la CNDH al indicar que “la prisión preventiva es aplicable y que en ningún momento se violentan los derechos de presunción de inocencia”
Cómo entender que nuestro país aunque de instituciones, carece de sentido práctico y táctico, cuando por un lado las instituciones encargadas de instaurar el orden y ejercer la justicia están reacomodándose y sentando las bases, mientras al mismo tiempo los defensores civiles pugnan por los derechos igualitarios entre víctima y victimario pues ambos son seres humanos y mientras tanto la sociedad, los ciudadanos de a píe como usted y como yo, sufrimos día con día el asalto a la tranquilidad en plena vía pública con el pendiente de un robo, un secuestro una extorsión o una agresión física por unos cuantos centavos.
Los menores seguirán siendo menores, pero en vez de delincuentes serán infractores y esas voces inocentes, muchas lamentablemente ya no serán escuchadas pues fueron calladas por un menor infractor que en alguna circunstancia participó de un delito.
Que las instituciones hagan su parte sí, correcto. Pero los padres de familia, los tutores o quienes tengan la tarea de educar a esos niños en sus primeros años, que también sean responsables y entendidos, luego vemos que la mayor parte de las quejas que se reciben en las diferentes oficinas de Derechos Humanos de los estado y municipios, son contra policías porque “golpearon” al muchacho… hace falta educación y mucha.
De nada sirve regalar “Ética para Amador” a quien ya leyó a Aristóteles, mejor sería obsequiar a Aristóteles, para Amador, para Juan, para Pedro, Toño, Lucía, Angélica y más.