Los ojos del pavo real Por Joan Carel

Con pipa y guante llegaron los gobernantes, secretarios, rectores, incluso líderes militares, entre otras celebridades de la vida política estatal y nacional, a la ceremonia protocolaria de inauguración del XLVI Festival Internacional Cervantino (FIC), donde el arranque oficial de la máxima celebración cultural latinoamericana se tornó en casi dos farragosas horas de ovaciones para los nuevos dirigentes electos y sus proyectos, así como una infinita demostración de habilidades oratorias para los académicos, quienes consumieron sin reparo los minutos destinados, finalmente omitidos, para los artistas galardonados de la Presea cervantina.

“Esta es su primera cita luminosa”, comentó la secretaria de cultura al nuevo gobernador; “Guanajuato se abre al mundo”, dijo el rector de la colmena universitaria; “Guanajuato está en el mundo”, ostentó orgulloso por la derrama económica que se avecina el dirigente del estado. Pero ¿ese apabullante esplendor llega a todos en la ciudad cervantina? “El FIC es el universo de la inclusión, de la pluralidad y la libertad”, continuaba exclamando la secretaria, quien mucho mérito tiene al ser la primera mujer que dirigió el festival y ahora la primera en ocupar el puesto en el gabinete nacional; sin embargo, esa inclusión a veces resulta relativa y es suficiente este mismo evento para ejemplificarlo: ¿quiénes ocupan los lugares de honor, quiénes tienen acceso a los espectáculos de gala, quiénes pueden apreciar las grandes obras de arte, quiénes tienen la fortuna (el tiempo, la educación, los recursos) de cultivarse?

El FIC es el gran evento de la ciudad, pero “la fiesta del espíritu” llega sólo a unos cuantos habitantes, pues los índices de pobreza del estado y de la capital desde hace varios años son causa de alarma. “Grandeza de México” es el nuevo eslogan del bajío azul, no obstante, como ocurre con las culturas y poblaciones indígenas en el país, lo “grande” es la punta que oculta un iceberg de miseria, tristeza y cansancio. Bajo esa perspectiva, India, al menos la de Jamal en el filme británico Quisiera ser millonario, es un país hermano.

Una majestuosa ave ha tomado su sitio como dueño y señor de la cañada. El pavo real, colorido y solemne, es el símbolo de los tesoros que India ha traído al FIC, tanto en su casa ubicada en la Plaza del Baratillo como en cada uno de los espectáculos. Las “mayores extravagancias”, mencionan el embajador y la directora de relaciones culturales indios y ese discurso conciso, sincero y cálido, entre tanta palabrería local, es un excelente punto de partida para lo que vendrá.

El FIC está de vuelta y para hablar legítimamente de su inauguración hay que hacerlo desde la calle, en la fila larguísima que va creciendo desde la mañana y da dos o tres vueltas a la enorme manzana; en el hacinamiento de Positos cuando la gradería está llena, mientras dos tercios del público se arrastran en filas de sentidos contrarios que son una misma y no avanza. Ocho pe eme: se oye el ya tradicional anuncio bilingüe de protección civil; vibra la Alhóndiga y las casas aledañas con el sonido a todo volumen; se abre el telón, India sonríe de colores y guiña una y otra vez con el destello de sus trajes. Una historia de amor, tradición, barrio y balas se desarrolla con las enérgicas coreografías de Ashley Lobo ejecutadas por Navdhara India Dance Theatre. Ya sea desde un asiento, la baranda o aplastado entre la aglomeración, los asistentes cervantinos son testigos de la opulencia de Bollywood y, cual una película puesta en escena (en pantalla para los que quedaron fuera), siguen el dilema de un triángulo amoroso empañado por el deber del matrimonio, finalmente disuelto por el justo amigo quien cede su derecho nupcial. Danzan sensualmente las mujeres y vigorosamente los hombres, entre ritmos característicos de su tierra mezclados con sonidos de tendencia global. Danza el público también sin darse cuenta, fascinado por los movimientos de una legendaria y vanguardista cultura que es imposible no tratar de imitar.

Al menos por unos minutos de esta y las siguientes 18 noches, valen la pena las inconveniencias viales, la contaminación auditiva y el olor a cantina en las calles, la incomodidad, los empujones… El FIC está de vuelta y al concluir recibirá como regalo de la India para la ciudad un busto de Mahatma Gandhi en conmemoración de los 150 años de su nacimiento. Ojalá el pavo real vigía pose los magníficos ojos de su plumaje en la periferia donde ni el progreso ni la justicia han logrado llegar.

Danceworx | Navdhara India Dance Theatre 
Un pasaje a Bollywood
10 de octubre de 2018
Explanada de la Alhóndiga

Fotografía: Rodolfo Isaac García (Cortesía FIC)

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