Todas las decisiones y actividades operadas por ellas [las máquinas] son decisiones y actividades humanas.
Norbert Elias
La industria de los robots sociales están empeñados en hacer lo mínimo posible para crear máquinas que adornen tu hogar mientras aparentas darle una crianza 2.0 a tus hijos. Más obsoletos que dispositivos de dos o hasta tres generaciones pasadas en sus momentos, diferentes marcas han sacado “cyborgnanis”. En el proceso, la industria logra grandes ingresos a partir de dispositivos obsoletos desde que lanzan su producto al mercado.
El novelo más novedoso que la industria de los robots sociales han echado al mercado el Ipal de Avatarmind,
Seamos sinceros, ¿a quién no le dan ganas a veces de ir por cigarrillos cuando las pequeñas bendiciones llegan a colmar la paciencia? Sólo unos cuantos cientos o miles de padres en México son tan desalmados para realizarlo, aunque a muchos se les pase por la cabeza.
Instituciones nacionales informan que una tercera parte de las madres en México son solteras y crían a sus hijos sin la pareja procreadora y por lo general se emplean con peores condiciones laborales que el resto de sus congéneres; en un ambiente laboral que ya de por sí margina a las mujeres.
Al mismo tiempo, especialistas de la salud reportan más casos de síndrome de agotamiento (o ‘burnout’) en este sector social; aunque obviamente ante la precariedad sus mejores soluciones se pueden resumir en un “échale ganas” motivacional, que poco ayuda.
Del otro lado de la moneda, tenemos un grupo de empresas que toman hardware y software obsoleto y hace un bulto subreproducido antropomorfo para que luzca bonito ante las visitas. Sin embargo, dejar al niño con el celular no es muy diferente a la experiencia con estos armatostes superdelineados para aparentar un cuidado infantil menor.
Hasta ahora, estos trastos obsoletos no ofrecen siquiera un contenido diverso para entretener a los vástagos bajo su “cuidado”, mucho menos para educarlos o formarlos en diversas áreas sociales, motrices, lógicas y mucho menos emocionales.
Pero incluso de lograrse un producto eficiente en la tutoría de los menores aún quedarían lagunas éticas de dejar a los niños al cuidado de un robot, así como otros temas que estas iniciativas pasan por alto, como no darle forma antropomorfa para no obstaculizar la formación de empatía en los menores.
Aunque actualmente hay en investigación diversos prototipos para asistir a las personas en tareas básicas como vestirse o alimentarse, los desarrolladores prevén que dichos programas o máquinas no estén disponibles hasta el año 2050, ya que deben pasar por pruebas como si fueran equipo quirúrgico, dado el peligro que podrían representar en caso de malfuncionamiento.
El tema incomodo
Hasta ahora, cada IA creada para socializar con los humanos ha “fallado” al devenir en una inteligencia discriminatoria de raza, género, orientación sexual, clase social o procedencia étnica ya que funcionan a base de grandes cantidades de información encontrada en el internet o la que le brindan sus usuarios.
La sorpresa para los programadores ha resultado darse cuenta que la sociedad es machista, aporofóbica, xenófoba, clasista y fascista. ¿Cómo esperan evitar, entonces, que las IA al cargo de los menores no les inculquen las segregaciones que los humanos practicamos velada o explícitamente? Y por qué una IA debería de lograrlo cuando los humanos no parecen buscarlo.
Así, un robot social tutor de la felicidad del hogar bien podría como sus homólogos humanos ir por cigarrillos para no volver.