Memoria y politiquería Emilio Adolfo López Chagoyán

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Querido lector, en la semana surgió una nueva controversia, en vísperas de las fiestas patrias (que con el coronabicho dudo mucho que se lleven a cabo), a la administración de Claudia Sheinbaum se le ocurrió decorar éste año con un águila cuyas alas están extendidas mirando hacia su izquierda llevando una serpiente en su pico sobre un nopal, que si estuviéramos en otras épocas hubiera llamado la atención por su anacronismo ya que el escudo es otro, pero en este caso le podemos añadir que funciona como propaganda política, porque qué casualidad que sea la misma águila que MORENA usó en su logotipo desde 2011 hasta 2014 cuando era asociación civil, mientras que al ser registrada como partido político fue retirado, pero la gente en redes sociales aún tiene la referencia del águila en el logotipo del partido.

El problema aquí no es el águila, porque a fin de cuentas es parte de nuestra historia en la búsqueda de la identidad nacional, el problema es la apropiación cultural e histórica que los partidos utilizan para su propio beneficio cómo justificación de sus actos y que no es nada nuevo lamentablemente; aún así la Dra. Sheinbaum justifica el símbolo cómo una forma de reivindicar a Benito Juárez, personaje en México que está sobre-reivindicado, por lo menos, en Guanajuato capital hay una avenida, una escuela primaria, una escuela secundaria, un busto, una máscara de metro y medio y hasta un teatro en torno a Juárez, quién hoy en día aparece en el billete de $20 cómo en el de $500, así que más publicidad no puede tener, pero a fin de cuentas responde a los intereses del presidente quien es más fan que un porro de los Pumas, un hooligan inglés y la barra brava argentina juntos.

A fin de cuentas, la memoria histórica está siendo utilizada con fines políticos, cuando entre los historiadores aún se discute en lo que debe consistir la memoria, mientras, el gobierno actual se ha limitado en únicamente rememorar lo bonito cómo por ejemplo quitar la placa de la construcción del metro dónde aparece el nombre de Gustavo Díaz Ordaz, poner una publicación sobre Victoriano Huerta donde solo aparece Francisco I. Madero por qué no debe ser recordado, cambiar de manera innecesaria el nombre de la estación del metro Zócalo, agregándole Tenochtitlán y la última que ha dado la 4T que está última cae en lo ridículo comparar «la aportación voluntaria» en la está involucrado el hermano del presidente con el apoyo económico que hizo Leona Vicario al movimiento insurgente.

Así pues querido lector, la historia no se trata de recordar lo bonito, de héroes vs villanos, si no de hechos complejos realizados por personajes que tuvieron sus propios intereses tanto individuales como colectivos, que transformaron su propio entorno social y geográfico.

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