Fotografía: Liliana Estrada. OCESA.
Pasadas las nueve de la noche se escuchó el primer estruendo de la guitarra que anunciaba el comienzo de un eléctrico reencuentro. Jay, Mick, Iñaki, Elohim, Xavi y Roy abrieron la velada con «No podrás».
«Isabel» y «Sentimettal» fueron los temas que siguieron a este.
Haciendo alusión a los maquillajes estrafalarios y la euforia de los asistentes, Jay de la Cueva propuso que el show se convirtiera en un hospital psiquiátrico, entregado a la celebración.
Acompañados de una ligera brisa, Moderatto entonó «Entrégate» generando en el ambiente una vibra pasional que se acentuó con las gotas de lluvia. El calor subió cuando, mientras los asistentes ondeaban prendas de ropa en el aire, se escuchaba «Si Mi Delito Es Rockear».
Como una suerte de interludio, Elohim lució su habilidad con las baquetas durante casi cinco minutos en un solo de batería que desenbocó en «Zodicaco».
Lo siguiente fueron ovaciones y flashes de celular encendidos que fluctuaban al ritmo de la música. «Mil Demonios», «Muriendo Lento» y «Ya Lo Veía Venir» fueron los éxitos que siguieron; en este último, Moderatto invitó a algunos de sus fans al escenario y el fervor se desbordó cuando Mariana -una de las afortunadas- recibió como obsequio la guitarra de Jay de la Cueva.
La recta final del concierto destacó nuevamente por la presencia de invitados. Dos niños, que eran hermanos, cantaron las primeras lineas de «Quemándome de Amor», mientas la pirotecnia hacia estallar la locura en los asistentes.
Después del encore y con una breve referencia a «Sympathy For The Devil», la banda recordó el legado del recientemente fallecido, Charlie Watts.
«Sólo hay una palabra que les podemos decir el día de hoy», dijo el vocalista de la agrupación, para cerrar con el tema «Gracias».
Lo que Moderatto no sabe, es que todos los que ese miércoles presenciamos su regreso, somos quienes les debemos el reconocimiento.
Jay, Mick, Iñaki, Elohim, Xavi y Roy, gracias por la noche que nos hizo soñar.