No la toques Por: Oscar Alberto Murillo Rubio

¡Hola! Gracias por venir. Mira, esta es la muñeca que te hablé el otro día. ¿Qué te pasa? ¿Te da miedo? Sí, lo sé: se parece a la muñeca de la “leyenda urbana” o como sea que la gente la llame. ¿Crees en esas supersticiones? La Niña que Llora es solo una historia de terror barata para que los niños se porten bien y duerman temprano. Es el “Coco” de la nueva generación. ¿Que si la conozco? Claro que sí, todo el mundo la sabe de memoria y está llena de patrañas. ¿Qué? Por favor, es ridícula, tantas veces se ha hablado de ella que ya lo que cuentan ni es la historia real: se cuenta que una niña se enojó con otros niños porque robaron y destrozaron sus muñecas, en venganza los mutiló con unas tijeras para dejarlos exactamente igual a sus muñecas, se arrepintió, se suicidó con el arma homicida y nadie encontró el cuerpo. ¡Es absurdo! La peor parte es que ahora deambula entre los vivos, le deja muñecas defectuosas a la gente y, si después se las lleva, esa persona terminará muerta; el cuerpo de la muñeca,  si está decapitada, lo estará la víctima; si está partida en dos, lo estará la víctima también y un millón de combinaciones más; ¡ah!, pero eso sí, la herramienta sigue siendo el par de tijeras. La parte que me parece muy graciosa es que la niña pide perdón mientras está matando a la pobre víctima. ¿En serio la gente cree en estas cosas?

Pensé que tú no serías uno de ellos y por eso te pedí que vinieras. Sé lo que me vas a

decir: «no debiste haberla  llevado contigo » o  «así  es  como  empiezan  las muertes

inexplicables». Antes de que empieces, la he tenido por dos semanas y no, no he muerto. Sí,

lo hice: pregunté a todos mis vecinos, nadie la reclamó y ningún niño la reconoció. Al igual

que tú, le tuvieron miedo. Escucha, esos homicidios muy probablemente son obra de un

asesino en serie que, aún suelto, deja muñecas como modus operandi y así se burla de las

autoridades. Sólo está aprovechando el miedo de la leyenda urbana para divertirse, el muy

infeliz, así que no tiene relación con una “maldición” o “actividad” paranormal.

En fin, esa no es la razón por la cual te pedí que vinieras. La muñeca apareció en mi cochera; desde que la llevo conmigo, no sé por qué, pero he tenido esta extraña necesidad de hablar con alguien.

No creo en esas “historias de miedo para contar en la oscuridad” e irónicamente aquí estamos, hablando de ello. Si te soy honesto, no sé qué me hizo levantar a la muñeca del piso; cada vez que trato de entender la razón me duele la cabeza y mi mente queda en blanco. La veo y me invade una sensación de vacío y una creciente necesidad de mantenerla cerca de mí y no soltarla.

Sólo mírala: del pecho a la cabeza está hecha de cera y del vientre a los pies de trapos viejos, como si el que la hizo se quedó sin cera y la reemplazó con trapos que encontró en la basura. Uno de los ojos está a punto de caerse, aunque no parece que vaya a romperse pronto. El pecho tiene múltiples hoyos probablemente hechos con una aguja. La cabeza tiene una forma curiosa, como si se hubiese deformado a causa de varios golpes con un objeto pesado. No tiene la pierna derecha y la izquierda está rota, mira cómo el tobillo está en un ángulo imposible. El brazo izquierdo parece haber sido cortado con un cuchillo sin filo, ve las marcas en los lados. Finalmente, el abdomen está abierto: da la impresión de que algo salió expulsado de sus entrañas.

En ocasiones cuando todo está en silencio, creo escuchar a una niña llorar. Lo sé, es una locura, incluso para un escéptico como yo. Pienso que estoy cuidando a una niña abandonada y soy su única esperanza. Tienes razón, no creo en esas fantasías… aunque tal vez esta ya no sea una de ellas.

*

– Buenas noches, oficial. ¿Qué tenemos aquí?

– ¡Ah!, detective. Tenemos un asesinato… masculino, encontrado en… la cocina.

– ¿Alguna señal de que alguien haya entrado en la casa, objetos perdidos, mensajes de advertencia?… ¿Se encuentra bien, oficial? Está temblando.

– No es nada, detective… es sólo que todas las puertas estaban cerradas y no había señales de forcejeo. Ni siquiera alguna prueba de que había alguien más en la casa y… el

cuerpo….

– Tranquilo, oficial. Veámoslo… ¡demonios!… el hombre no luchó por su vida. Las manchas de sangre no corresponden con las heridas, los cortes parecen que se originaron desde el interior… Esto no tiene sentido. ¿Algún testigo?

– Solo uno que no vio nada. Dice que escuchó a una niña llorar.

– ¿Qué? Como en los…

– Como en los homicidios donde encontramos una muñeca, así es, detective.

– Maldición… Y esta… muñeca, ¿tiene el aspecto actual de la víctima?

– De pies a cabeza…

– Tráigala… esto se está saliendo de control…

– Escuche, detective… usted cree que esta… “maldición”… ¿sea real?

– Tranquilícese oficial, parece asustado por las creencias de la gente de este lugar.

– No lo sé detective, justo cuando sujeté la muñeca para seguir el procedimiento, vi a una niña pálida saludándome por la ventana… corrí para alcanzarla, pero no la ví por ningún lado, ni siquiera los oficiales que se estaban en la calle vieron algo. Lo que sí encontré fue una muñeca dibujada en una roca, y, a un lado…

– Vamos, oficial. Es sólo su imaginación, no permita que…

– Detective… vi cómo la roca, se tallaba… ¡sola!, escribiendo el nombre de quien lee

este cuento…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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