Muchas veces los grandes literatos y cineastas hacen uso de un tópico clave que funge como piedra angular en muchas de las empresas humanas, esta esencia energiza y potencializa a personajes a realizar cosas descabelladas así como grandes hazañas: la venganza.
Es el turno de la Venganza de vestirse de gala por haber concebido una pieza maestra del aclamado director surcoreano: Park Chan-Wook, especialista en obras llenas de odio, violencia y su toque personal de tragedia, tomando inspiración en tragedias clásicas griegas, surrealistas mezclando la psicología del siempre cambiante comportamiento humano.
Park Chan-Wook nos brinda la segunda obra más poderosa dentro de su “Trilogía de la venganza”, aunque ninguna de las tres obras tienen una línea temporal que las una dándoles sincronía, la crítica y los seguidores de culto le han conferido dicho nombre por ser precisamente su común denominador la Venganza y sed de sangre en cada una de las películas. Tenemos en primer lugar a Symphaty for Mr. Vengeance, Oldboy, y Symphaty for lady Vengeance.
Cada una cuenta con una estructura bien enfocada en sus personajes y en una desfragmentación moral para colocar al protagonista como una entidad dañada a lo que únicamente debe recurrir es a tener los elementos que permitan erradicar a quienes están en su paso para así tener la última satisfacción, aunque claro, culminar una venganza jamás vendrá sola sino acompañada de la distorsión del mismo protagonista.
No solo es la historia de Oldboy lo que la hace ser exagerada en todo momento, sino la mezcla de elementos vertiginosos donde no hay descanso desde el inicio, mitad y final de la película. Nos adentra a la vertiginosa historia de este singular carácter llamado Oh Dae-su: un alcohólico, estafador, alcahuete, a quien no le interesa su relación con su esposa e hija de 4 años, básicamente un hombre cuya vida parece ser tan patética como la de cualquier otro de su calaña.
Extrañamente su historia da un giro inesperado cuando es aprisionado en lo que parece ser un cuarto de hotel donde será sometido por 15 largos años, esto comenzará una metamorfosis interna en el protagonista mentalizándolo a liberarse de dicho encierro con tal de vengarse. Entrenando física y mental para reprogramarse hacía su meta, inesperadamente es puesto en libertad con el fin de dar respuesta a estas dos grandes interrogantes: ¿Quién lo aprisiono por 15 dolorosos años sin razón alguna? Y… ¿Cuál es la razón de haberlo puesto en libertad? Todo esto en un lapso de 5 días para conocer el motivo de su enemigo o de lo contrario jamás podrá conocer la verdad su desgracia.
La trama no solo tiene tintes vengativos que deleitan el paladar pues comparte enlaces donde se combinan revoltosa pero poéticamente y con gran maestría la dinámica de la psique humana, sus emociones, dolor y lo que la vida misma conlleva. Es el suspenso y el desarrollo de la misma película lo que nos sumerge más en su historia. Su fotografía, la captura de las escenas, lo sombrío de los detalles, lo intrínseco de su audio y su Soundtrack, son una orquesta sinfónica de sentidos junto a un guion exquisito y lleno de elocuencia.
Una de las escenas más impactantes por ser esplendida en todo contexto es la escena del combate en el pasillo, realizada en un solo plano lateral que permite seguir al personaje y todos su movimiento, con un dominio en el ángulo de cámara realizado en una sola toma y sin cortes, y como cereza del pastel es la coordinación tan excelente entre cada uno de sus candidatos. Esto nos demuestra una vez más tanto la llama tan poderosa de su director como la maestría lograda para tener una escena que se mantiene tan sustancial e hipnotizante hacía al espectador.
La película está basada en el manga del mismo nombre escrito por Nobuaki Minegishi y Garon Tsuchiya, y es Park Chan-Wook y su gusto por la tragedia griega “Edipo Rey”, que nombra así a su protagonista Oh Dae-su, además por el final tan controvertido, simbólico y de culto el cual hace que nuestros sentidos se detengan en un ballet de deleite y perturbación.
Grandes directores como Quentin Tarantino han alabado el trabajo de Park Chan-Wook, y siendo inspiración en sus películas. En el 2013 el director Spike Lee muestra el remake de esta obra, apalancado de grandes actores como Josh Brolin, Samuel L. Jackson y Elizabeth Olsen, quienes aun con máximos esfuerzos no logran llegar a la misma consistencia y calidad que su original. Incluso por los esfuerzos atómicos de Spike Lee notamos esta versión muy simplona y estancada como “un remake más de una obra maestra”.
Oldboy es una obra cumbre, una obra que nos atrapa en este vaivén de emociones violentas y de reacciones humanas tan extremas, una obra retorcida y deliciosa que nos va pasando factura a cada minuto hasta llegar a su desenlace que explota lo más íntimo de nuestra psique humana. Park Chan-Wook logra integrar una serie de eventos técnicos, visuales, auditivos y psicológicos que harán de esta obra única como ninguna otra.